Capítulo 64: Consejos

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"¿En qué le puedo ayudar, señora Andrianno?" Jun sabía que Donatella mantuvo el apellido de soltera incluso después de casarse con Salvatore. Así que se aseguró de no cometer un error.

"Bueno, tengo mucha curiosidad..." Miró la pintura de Jun con desdén y caminó por el lugar, mirando el resto con el ceño fruncido. "Me gustaría saber por qué te apegas tanto a mi nieto."

"No entiendo a lo que se refiere, señora. Yo solo soy su secretario."

"Oh, vamos." Continuó Donatella, con una sonrisa retorcida. "¿Crees que no sé que te acuestas con él? Incluso algunos de los empleados los han escuchado en las noches." Se burló. "No eres muy discreto que digamos."

Jun se avergonzó ante el comentario y no supo qué decir.

"Quiero que termines el enredo que tienes con él. No sé que pasó por la mente de Brendan al involucrarse con un—" Donatella lo miró de pies a cabeza y su expresión parecía de asco cuando añadió. "... Beta. Pero esta ridiculez debe terminar de inmediato."

"... Brendan y yo no estamos en ningún tipo de relación. Se lo aseguro." Jun respondió, un tanto herido ante sus ofensas.

"¿Brendan?" Repitió la imponente mujer y lo miró incrédula. "Déjame dejarte algo claro muchacho," Se acercó a Jun elegantemente pero con un aura amenazadora. "Para ti... 'Brendan', es el Señor Russeau.." Espetó.

Jun no respondió y simplemente asintió. Sabía que había cometido un error al llamarlo por su nombre con tanta confianza en esa situación.

Donatella caminó hacia la puerta y sin mirar atrás, continuó hablando. "Espero que consideres mi consejo, o me obligarás a intervenir de otra manera."

Y con ese último comentario salió del taller, dejando a Jun perplejo ante su animosidad.

Solo debo aguantar dos semanas más.

Eso era lo que le quedaba al contrato y estaba seguro de que todo volvería a la normalidad. O a su nueva normalidad, donde trataría de encontrar la forma de moldear su vida a la de un Omega.

Jun se quedó en el lugar—pensativo—reflexionó en lo bien que la había pasado los últimos días y como ahora esos momentos debían irse al olvido, ya que no importaban.

Quería calmarse por unos minutos antes de ir a su habitación. Así que al paso de media hora, salió del taller y se dirigió a las habitaciones. A pesar de la horrible conversación que tuvo con Donatella, la verdad era que quería ver a Brendan por un momento. Jun tenía que pasar por la habitación de Brendan para poder llegar a la suya después de todo, pero aun así odiaba como su cuerpo lo buscaba con tanto empeño.

Caminó, a pasos lentos, mientras admiraba la mansión.

Probablemente ya no volveré aquí nunca más.

"Ya para con el palabreo sin sentido." Jun se detuvo de repente al escuchar la voz de Brendan colarse de su habitación.

Por alguna extraña razón, la puerta no estaba completamente cerrada.

"Brendan... escúchame, tienes que elegir un Omega que te dé un heredero, tienes muchos candidatos. No puedes continuar sin pareja." Explicó Donatella. "Daniel es una buena opción. Proviene de una familia con mucho poder, y sería un gran complemento a la nuestra. Sé que cometió un error hace unos años, pero él ya ha madurado y está dispuesto a demostrarlo."

Jun parpadeó al sentir la realidad de la situación hacer lugar en su mente.

"¿Daniel Costa?" Repitió Brendan en un tono frío. "¿El mismo Omega que intentó drogarme para quedar embarazado? ¿Ese Daniel?"

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora