Capítulo 32: Memorias

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El sol reflejaba las sombras de los altos pinos, mientras que las flores y los cerezos florecían hermosamente.

Jun se había escabullido de sus padres y se encontraba en la parte trasera de la mansión. Era un lugar donde apilaban las pertenencias que consideraban inservibles. Había un piano y muebles distribuidos por el lugar, al igual que lámparas y otros objetos de valor.

Jun se sentó en el amplio ventanal con un cuaderno y lápiz  en sus manos. Ni siquiera su nana sabía exactamente donde estaba, y se sentía feliz ya que Martha sabía que se escondía en algún lugar de la propiedad para dibujar y aún así guardaba  su secreto.

Observó el panorama y empezó a pintar lo que veía, sin prestar atención a sus alrededores. Su libreta estaba casi completa y pensó que debía decirle a su nana que le comprara otra.

"Que bonito dibujo,"

Dijo una voz varonil y amigable detrás de él. Se giró rápidamente con una sonrisa en su cara al reconocerla.

"¡Tío Edward!" Gritó y se lanzó hacia él.

"Hey,"

El hombre lo abrazó y sonrió cálidamente.

"No sabía que vendrías hoy," dijo aún sonriendo. "Te habría esperado en casa. ¿Cómo supiste donde estaba?"

El hombre sonrió. "Tengo mis informantes."

Jun entrecerró los ojos y luego Ambos rieron. Su tío siempre sabía donde estaba y se preguntaba cómo lo hacia. Continuaron hablando por un largo rato. Edward le daba consejos de cómo dibujar ciertas cosas y técnicas que ya conocía.

"Quiero ser tan bueno como tú algún día,"

Edward había pintado un árbol en su cuaderno y la diferencia era notable.

"Serás mejor que yo, ya verás. Apenas tienes catorce y mira que bien dibujas, tú arte es—"

Un fuerte viento los azotó y Jun se arregló su largo cabello. Decidió atarlo ya que el viento era un poco molesto. Su sedoso cabello le llegaba a los hombros y algunos decían que se veía afeminado pero no le importaba.

"¿Tío?" Preguntó.

El hombre se veía sorprendido y su nariz se arrugó al inhalar el aire. Sacudió su cabeza como si tratara de reaccionar y despejar su mente.

"...No es nada." Respondió mirando a Jun quien también lo observaba confundido. Edward se veía preocupado. "Regresemos a la mansión."

Ambos se acercaron a la casa donde los esperaba Martha en la entrada, quien se veía preocupada.

"¡Joven Maestro! Su padre tiene rato buscándolo." Miró su ropa y sus manos. Se alarmó cuando las vio sucias de pintura. "Tiene que limpiarse primero—"

"¡Junne!" Gritó su padre desde las escaleras y se acercó a él en largo pasos. "¿Dónde estabas?"

"Padre..." Jun lo miró asustado. "Solo estaba pintando en la—"

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora