Capítulo 125: Cicatrices

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"Eres mío." Rugió el hombre con una expresión sombría en su rostro. "Mi Omega."

Nikolay se acercó a él agresivamente y lo tiró al suelo. Jun trató de luchar, pero su fuerza no se asemejaba a la del Alfa—era solo un niño. Sintió un dolor en su cuello y un grito  horrorizado salió de su boca ante el dolor.

"Por favor... detente."

'Junne.'

Una voz a lo lejos llamaba su nombre, pero no podía concentrarse en ella. Trató de entender lo que enunciaban pero se escuchaba tan entumecido, como si hubiera un muro impidiendo que llegara el sonido.

El ardor en su cuello no cesaba e ignoró el sentimiento tan extraño que experimentaba.

Todo a su alrededor estaba cubierto en una neblina luego del cambio de escenario—sus ojos estaban desenfocados, e incluso ahora que se encontraba en su yo del presente, no aquel Jun pequeño y asustadizo—tenía miedo.

Todo era tan siniestro, estaba completamente solo frente a la inmensa sombra de la figura a su frente. Solo ojos pálidos resaltaban y lo observaban con obsesión.

"Me encargaré de esos bastardos," dijo el alfa con una sonrisa macabra y agarró con agresividad su estómago.

"¡No!"

Abrió los ojos—sofocado, su corazón latía fuertemente y sentía que su garganta se destrozaría. Un dolor se agudizó en su cuello, y no pudo moverse con la agilidad que hubiese preferido. Había algo incrustado en su brazo y al tratar de moverlo solo emitió un suave gemido de queja.

Alguien sostenía su mano y trató de alejarla en reflejo, pero el agarre era firme.

Ahora podía escuchar las palabras tranquilizantes que enviaban en su dirección con más claridad—como si lo hubiesen sacado de las profundidades donde estaba sumergido.

"Tranquilo."

Una vez sus ojos se enfocaron, pudo notar que era Brendan, quien se encontraba a su lado—con su rostro un tanto impetuoso.

"Solo fue una pesadilla." El Alfa entonó con la voz más suave que había oído.

Era extraño.

"Ya todo esta bien." Continuó, mientras hacía pequeños círculos en el dorso de su palma.

La claridad del lugar irritaron sus ojos, era blanco e impecable y el olor a medicina era intenso. Jun observó su alrededor con ojos afligidos y su corazón aún agitado, luego las lágrimas se derramaron sin restricción.

"Yo..." Sollozó y Brendan se acercó, abrazándolo delicadamente. "Su olor era... repulsivo." Susurró contra su pecho, creía poder sentir aquellas repugnantes feromonas aún impregnadas en su nariz.

Dejó que las feromonas de Brendan ocuparan sus sentidos, a medida que las lágrimas descendían.

Era notable lo mucho que la situación le había afectado, estaba alterado y confundido, ya que no sabía dónde se encontraba.

"Ese hijo de puta ya no será un problema. Me encargué de ello."

Jun lloró y se aferró al Alfa, ignorando la curiosidad que se suscitó en su mente.

No supo cuanto tiempo pasó, pero los fuertes latidos del Alfa calmaron su propio corazón, deleitando su compañía.

"¿Cómo están los bebés?" Preguntó al paso de unos minutos en voz baja y en un tono tembloroso, esperando escuchar lo peor—su voz ahogada contra su fornido pecho.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora