Capítulo 112: Angustia

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La incomodidad a su alrededor hizo que se retorciera, se lamentó al sentir lo áspero y fría que se sentía la cama donde se encontraba tumbado.

Abrió lentamente los ojos y lo único que pudo percibir fue la oscuridad a su alrededor.

Ignorando su dolor de cabeza, inspeccionó el lugar y confirmó que no sabía dónde se encontraba. El olor a la humedad saturó sus sentidos e hizo que su estómago se anudara. Miró hacia la pequeña ventana en lo alto de la pared, y pudo ver que ya había caído la noche.

"¿Dónde estoy...?" Murmuró para sí mismo.

Se sentó lentamente al borde de la cama y tocó su cuello al sentir una punzada en el área. Recuerdos de lo que sucedió horas anteriores se aglomeraron en su mente y suspiró al entender finalmente lo que sucedía. Su cabeza aún estaba un tanto aturdida, probablemente debido a la droga que le habían inyectado de forma desprevenida.

Se maldijo a sí mismo al caer en la trampa, pero nunca pensó que alguien se acercaría mientras aún estaba bajo la protección de Brendan. Imploró para que el medicamento no le hiciera daño a los bebés y tocó su estómago suavemente con protección.

La puerta de la habitación sonó agresivamente atrayendo su atención, y un fornido hombre entró al lugar con una bandeja en sus manos. Se paró y dio unos pasos atrás reconociendo aquel rostro—era el Alfa que lo había atacado hace apenas unas horas, quien simplemente sonrió levemente al ver su reacción.

"Perdón por haber sido tan agresivo, tenía un poco de prisa." Explicó casualmente.

Jun no respondió, un tanto intimidado ante la intensidad de aquellos claros ojos. El hombre avanzó hacia una rústica y pequeña mesa al lado de la cama, y Jun siguió sus pasos con ojos repletos de alarma a medida que se acercaba.

El olor de la comida hizo que su estómago se quejara, y llevó una de sus manos a su nariz para así evitar el aroma, pero era imposible al estar en aquel espacio tan cerrado.

"¿No te gusta?" Preguntó el Alfa con el ceño fruncido. "Pensé que era tu plato favorito,"

Lo miró viéndose confundido, y posteriormente contempló la comida con peculiaridad esta vez... y ciertamente era un plato que le gustaba.

"¿Qué estás haciendo?" Interrumpió una nueva voz, atrayendo la atención de ambos.

De pie, en el marco de la puerta, se encontraba un Beta—este se veía increíblemente malhumorado y miró a Jun de forma despectiva para luego mirar al Alfa con ojos agudos.

"No puedes estar a solas con él." Entrecerró sus ojos. "Es un Omega."

El Alfa no respondió y tomó nuevamente la comida de donde la había colocado. "... Él no quiere comer esto. Le traeré algo diferente,"

"¿Qué diablos quieres decir—"

La mirada del hombre debió ser tenebrosa, ya que el Beta cerró la boca inmediatamente al escucharlo. Incluso Jun sintió un poco la fuerte presión debido al tono de su firme voz, y notó el cambio en sus feromonas, las cuales se volvieron agresivas.

"¿Quieres comer algo en específico?" Preguntó el Alfa dándole la espalda, pero era obvio que su atención estaba exclusivamente enfocada en él.

"... Quizás—tostadas francesas y un vaso de jugo." Optó por algo sencillo y que no alterara su estómago. Aún no sabía cómo saldría de la situación en la que se encontraba, pero no trataría de enfurecer a las personas que lo tenían cautivo.

El hombre no respondió y simplemente siguió a su compañero fuera de la habitación.

Al paso de algunos veinte minutos la puerta volvió a abrirse y esta vez fue el Beta quien entró al lugar con la comida en sus manos.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora