Capítulo 92: Un padre ejemplar

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Jun cerró la puerta del apartamento a sus espaldas, con el corazón a mil por horas. El ruido sordo atrajo la atención de Kayden, quien se acercó apresuradamente con una expresión preocupada.

"¿Qué pasó?"

"Él sabe algo," Explicó aterrado. "Estoy seguro de ello."

"¿Brendan?" Preguntó su amigo, angustiado.

"Sí," Tragó en seco. "... ¿Qué pasa si me quita a mi bebé. ¿Qué haré?" Agregó consumido en su pánico, sonando frenético.

"Espera, cálmate." Su amigo lo dirigió cuidadosamente al sofá y le buscó un vaso con agua. "Dame más detalles,"

Le explicó la extraña interacción que tuvo con el Alfa y Kayden escuchó con atención. Acarició su espalda para calmarlo, ya que ambos sabían que demasiado estrés podría hacerle daño al embarazo.

"Relajémonos un poco." Palmeó delicadamente su espalda. "Si supiera algo, no estuviera actuando tan tranquilo. Quizás está molesto por alguna otra razón,"

"No lo sé..." Sonaba inseguro. "La forma en que me miraba... era escalofriante. Algo no está bien,"

"Quizás..." Kayden miró al vacío. "Deberíamos considerar adelantar nuestros planes. Solo por precaución,"

Sostuvo su cabeza entre sus manos, y respiró profundo—tratando de relajarse.

"Hablaremos más de ello cuando regreses esta noche."

"Brendan me dijo que le avisara una vez termine lo que tenía que hacer." Levantó ligeramente su rostro para verlo a los ojos. "Se siente como si estuviera bajo su vigilancia,"

"¿Le dijiste a donde ibas?" Su amigo se veía extrañado.

"No, solo dije que estaría contigo."

"Um... ¿por qué le ocultas de qué familia provienes?" Se veía curioso. "Tu padre es muy conocido, no creo que traería problemas."

"Lo he ocultado por tanto tiempo que no le veo sentido decirlo ahora." Se veía pensativo. "Además, preferiría cortar lazos con mi familia."

"Entiendo," Kayden miró el reloj en la pared, con ojos preocupados. "Ya debes prepararte, la cena será en unas horas. No hables con el Alfa cuando salgas... llámame primero."

"Okay."

"Vamos,"

Kayden lo guio y ambos fueron a su habitación, ya que se sentía algo aturdido. La verdad era que el estrés que había acumulado ese día estaba mostrando señales de intranquilidad.

Su amigo lo dejó en su espacio para que terminara su aseo cómodamente. Sacó la ropa que se pondría esa noche de su armario, y decidió ir sencillo debido a que no tenía ganas de salir en lo absoluto.

Miró su estómago, y frotó el área con ansia, sentía que su gran esperanza crecía allí y no podía esperar para conocerlo. Sabía que no podría quedarse, y vivir tranquilamente con la nueva vida que venía en camino, y mucho menos debido a los problemas que causaría si se llegaban a enterar que el niño era un Russeau.

Su memoria le recordó la conversación que escuchó en Italia, donde Donatella le expresaba sus añosas opiniones a Brendan. A pesar de que la mujer pensaba que era Beta y lo trataba con tanto desdén, la forma en la que se refería a los Omegas no le daba mucha confianza tampoco. Había mucho prejuicio en su familia en cuanto a roles se refería, y esto era contraproducente. Daba la impresión de que solo consideraban que su único valor era concebir—sus opiniones no tenían valor o importancia.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora