Capítulo 53: Max y Nero

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Jun se despertó adolorido y un tanto desubicado. La luz de las ventanas molestaban sus ojos, así que se cubrió con las manos y luego de acostumbrarse a la claridad, observó su alrededor.

La habitación estaba ordenada, lo cuál era muy diferente a lo que había visto la última vez que despertó. Salió de la cama con mucho esfuerzo y se tambaleó al momento de sus pies tocar el suelo.

"Ugh..."

Nunca pensó que pasar el celo con un Alfa sería tan intenso, y  finalmente entendió a que se refería Brendan. Incluso se le hacía difícil creer que un Omega podía aguantar la intensidad de un Alfa en celo.

Jun caminó hacia el baño y se miró en el espejo. Su cabello estaba desordenado, ojos hinchados y el cuerpo lleno de moretones.

"Ahh..." Suspiró.

Ya estaba algo acostumbrado a verse en tal estado.

Entró a la ducha y se dió un exhaustivo baño. Trató de ignorar los moretones en su cuerpo pero el dolor se lo impedía.

Al terminar, se secó y salió a la alcoba. Su ropa estaba doblada y planchada en un sillón—como de costumbre.

Terminó de vestirse después de varios minutos—lo hizo lentamente para no lastimarse. Al tratar de cerrar el cuello de su camisa sintió un ardor que lo hizo encogerse. Se miró en un amplío espejo y se sorprendió ante lo que veía.

Tenía varias mordidas increíblemente profundas en su cuello. Trató de tocar el área pero estaba muy irritada.

El ardor que sentí hace un rato... ahora tiene sentido.

Pensó por un momento, y también en el hecho de que necesitaría algún tipo de medicamento para no tener una fea cicatriz—luego de recordar que su cuerpo estaba experimentando cambios.

Los Omegas eran juzgados por ser un tanto débiles, sus heridas duraban más de lo normal en sanarse, se enfermaban fácilmente y por eso desataban el instinto de protección en los Alfas—o al menos en la mayoría de ellos.

Jun suspiró algo ansioso, estaba muy cansado y quería irse a casa.

Se dirigió a la sala lentamente. Sus piernas estaban adoloridas y le costaba un poco caminar.

"¡Ahhh!"

Se exaltó al escuchar aquel grito, acompañado de un estruendo cuando algo calló al suelo, junto a lo que parecían ser—ladridos.

Miró de inmediato a donde se había originado el sonido y pudo ver una chica recogiendo algunos objetos esparcidos en el suelo.

"Ah—Señor Junne, discúlpeme. ¿Lo asusté?" Preguntó al verlo.

"...No, para nada."

Era Lidia, nieta de Lera—la ama de llaves.

"Solo trataba de darle un baño a Max y Nero, pero son muy astutos y salieron corriendo al verme. Casi me derriban..."

"¿Max y... Nero?" Jun la miró confundido. No sabía de que hablaba.

"Ah—cierto, no creo que los haya visto. El Señor Brendan siempre nos ordena que los mantengamos alejados de la casa principal cuando hay visitas." Explicó sonriendo. "Sus mascotas—son huskies."

"Sus...mascotas. No puedo creer que nunca los haya visto—o escuchado." Agregó extrañado. "¿Entonces siempre han estado en la casa?"

"Si. Los tiene desde hace años. Son los cachorros de la pareja que tenía cuando era niño."

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora