Capítulo 115: Temor

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El camino fue agotador y estresante. Estar acompañado de personas que no conocía y sin saber que le esperaba, estaba causándole un fuerte dolor de cabeza debido a la ansiedad.

A medida que salía de Francia, pensó en su amigo Kayden y en lo preocupado que debía estar. No tenía su celular consigo para poder responderle a ninguno de sus allegados, ya que se habían deshecho de él. Era la segunda vez que se quedaba sin teléfono y ya se había vuelto una rutina. La verdad era que estaba harto de toda la situación, ¿era mucho pedir vivir una vida tranquila sin la intervención de su familia o incluso de Brendan?

Una vez el tren se detuvo, su miedo se fue en picada—habían llegado a su destino. Sus ojos temblaron al ver quién los esperaba fuera de la estación, con su estoico rostro como de costumbre.

Era su hermano.

El Alfa se acercó a él con pasos seguros y lo inspeccionó de pies a cabeza sin ningun tipo de calidez en su mirada, o al menos así parecía en los ojos de Jun. Luego su mirada se posó en los hombres que lo acompañaban y frunció el ceño.

"Espero que no lo hayan tocado de ninguna forma." Reclamó con una voz profunda y seria.

"Lo traemos sano y salvo." Respondió el Beta, mientras que uno de los Alfas solo sonrió cínicamente.

Ese fornido Alfa que generaba tanta incomodidad en Jun solo asintió, gesto que fue aceptado por Jonathan. Dos de ellos se alejaron una vez recibieron un paquete por parte de la persona que estaba con su hermano. No lo reconocía, pero parecía ser su asistente.

Aquel extraño Alfa se quedó junto a ellos, lo cual lo dejó confundido. Jonathan se acercó a Jun y trató de tomar su brazo, pero este rechazó el toque.

"¿Fuiste tú?" Preguntó Jun, sonando devastado. "A caso, ¿le dijiste a padre donde estaba?"

"No." Respondió el rubio sin mirarlo a los ojos. "Te dije que tuvieras cuidado y me esperaras. Quizás si... si me hicieras caso solo por una vez en tu vida, las cosas no se complicarían tanto." Le reclamó.

El silencio se sintió eterno a su alrededor, no sabía qué decirle. Pero no entendía cómo su hermano esperaba que confiara en él después de todo lo que había sucedido.

"No creo que estés en posición de reclamarme nada, Jonathan."

Su hermano se giró a verlo y por un momento pensó haber visto sus ojos suavizarse. Se acercó al auto y abrió la puerta—el Alfa pausó por un momento, en consideración.

"Prométeme que esta vez harás lo que yo diga, Junne." Dijo su hermano con una voz seria.

La verdad era que no tenía alternativa. Sabía que solo tendría máximo dos personas de su lado una vez llegara a la mansión, ya que la mayoría no tendría ningún tipo de poder para ayudarlo, por lo que apoyarse en su hermano no era una mala idea. Además de que realmente sí quería confiar en él.

Los pensamientos de culpa que había tenido semanas anteriores se habían convertido en reclamos. No entendía por qué extrañaba a su familia cuando estaban lejos, pero una vez los tenía en frente el sentimiento cambiaba tan drásticamente.

"Sube. Tenemos que ver a padre."

Fueron las palabras que hicieron que su estómago se entumeciera. Lo último que quería era ver al Alfa que había hecho de lo poco que recordaba de su niñez, un infierno.

"... No dejaré que te haga nada." Dijo su hermano al ver su expresión. "Solo... haz todo lo que yo diga, ¿esta bien?"

Jun asintió, posando su confianza en su hermano con la esperanza de que realmente cumpliría con su palabra. Sabía que muchos de los reclamos de su parte fueron un poco injustificados debido a la complicada situación en la que se encontraban.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora