Strangers - Justin Bieber

Diecinueve

Aviso: No tengo nada en contra de Taylor, Selena, Hailey o cualquier otra chica que salga en la historia. Esto es una historia ficticia basándose un poco en la realidad de la vida de Justin pero todos los sentimientos narrados y situaciones son inventados.

Había varios niveles de emoción en los que podía encontrarme. Emocionada, muy emocionada y extra emocionada. Ahora mismo estaba en el tercer nivel, dejándo que mi corazón danzara nervioso e histérico y mi mente gritase por oxígeno, sobre todo cuando vi a Chris Brown entrar en el estudio de la academia de baile dónde me encontraba, Brooks Dream Dance Academy.

Él me sonrió abiertamente y le sonreí de vuelta, acercándome a él y dejando que me diera un beso en la mejilla y un abrazo. ¿Dónde estaba la música para este momento? La banda sonora de mi vida me estaba fallando pero ya se encargaba mi cerebro de cantar i love you foreeeveeer.

— Me alegra que hayas aceptado —puso sus manos juntas y miré hacia arriba.

¡Qué barbaridad! Necesitaría unas plataformas para poder bailar con él.

— A mí que me escogieras para el dueto.

— Después de ver tu actuación y de salir del paso con Taylor Swift, decidí que eras la mejor.

Ay, me había dicho que era la mejor. Respira, Alissa, calma.

Había estado trabajando mi flexibilidad porque era nula en ella y la necesitaba para bailar. También había estado practicando ballet. Bueno, aprendiendo. Tenía los pies destrozados pero valía la pena, sobre todo cuando las manos de Chris se pusieron sobre mi cuerpo e intenté no ser un flan danzante.

Horas de baile, tirándonos agua por el calor que estábamos pasando y charlas sentados bebiendo redbull mientras descansábamos.

La puerta se abrió y una chica sonriente dejó asomar su cabeza castaña. — Hola, soy Ashley Brooks.

Sonreí y Chris y yo nos levantamos. Ella venía vestida de deporte y estaba muy emocionada.

— Soy la fundadora de la academia —nos estrechó la mano a ambos—, no me puedo creer que Chris Brown y Alissa Lassarre estén aquí —nos miró.

Sabía quién era ella, había escuchado sus canciones y visto alguna que otra entrevista.

— ¡Yo fui la que te cayó por las escaleras! —dije.

— Sí, sí —rio—, la misma.

— Lo siento de nuevo, esos escalones eran la muerte. Tuve moratones en mi trasero por semanas.

Chris y ella rieron. — ¿Está todo en orden? ¿Os sentís a gusto? ¿Debería estar el aire más fuerte? —preguntó.

— Todo está perfecto, buena academia —dijo Chris.

— Gracias —sonrió abiertamente—, me costó lo mío pero por fin está abierta.

Alguien entró, un amigo de Justin, lo conocía por las fotos.

— Tenemos que irnos —dijo.

— Voy, Fredo. Me alegro de teneros aquí —volvió a darme la mano al igual que a Chris—. ¡Espero veros pronto por aquí de nuevo! —se despidió y volví a sentarme.

— ¿La caíste por las escaleras?

— Sí. Me caí cuando bajaba y ella subía. A veces pienso que los tacones van a matarme algún día.

Chris rió y nuestro coreógrafo no tardó en entrar con energía.

— Me duelen los pies, Hugo —me quejé—. Tengo que estar sangrando.