Catorce; children

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Miro fijamente a Justin. Él está serio y yo también. Estamos en el jet, su equipo nos mira atentamente mientras tenemos un duelo de miradas. Él está sentado frente a mi y me fijo en sus ojos marrones. Ninguno hace una mueca, ni siquiera el intento de sonreír.

Podríamos quedarnos así hasta llegar a Colombia y mucho más. Ninguno va a darse por vencido, ninguno va a reírse, ambos queremos ganar.

— Creo que podemos dejarlo en empate, lleváis cinco minutos así —dice Mikey.

Me acomodo en el sillón y ambos sonreimos a la vez. — No sabía que eras tan competitiva y tampoco sabía que no te hacían gracia mis muecas —dice frotando su barbilla.

— Te crees gracioso porque tus fans y las chicas que quieren caerte bien te rien las gracias.

Justin alza sus cejas y los chicos ríen. — ¿No te parezco gracioso?

— No me he visto riéndome —cruzo mis piernas y Justin se echa un poco hacia delante.

— Creo que tienes un pésimo sentido del humor.

Sonrío y carraspeo. — Bueno, no entiendo qué sentido del humor tengo que tener al verte poner caras raras que te digo —levanto mi dedo—, no te favorecen.

— No lo hago para estar guapo.

Miro a Mikey. — ¿A ti te hacen gracia?

— No me falles, Mikey —le advierte Justin.

Él sonríe. — Porque se ve ridículo y no te lo esperas.

Me río y lo señalo. — Dicho por tu propio guardaespaldas, ¿cómo sienta eso?

— Me siento traicionado —pone una mano en su corazón y sonrio para después mirar por la pequeña ventana.

Veo como estamos atravesando las nubes y me relajo, consiguiendo ignorar las voces de los demás, metiéndome en mi propio mundo.

Había llamado a Carol y me había disculpado con ella, le había dicho que había dejado de fumar y ella se había mostrado conforme.

Por ahora, lo estaba ocultando bien y esperaba que siguiera así. A veces, me sentía impotente porque no sabía como parar, porque me gustaba. Me gustaba que mi cuerpo se relajara y flotara por toda la habitación.

Llegamos al hotel y me tiro en la cama. Vuelvo a estar sola en la habitación y no tardo en escuchar los nudillos de Justin en mi puerta. Sé que es él.

Me levanto de la cama y abro la puerta, encontrándome con su pecho, alzo mi rostro y lo miro.

— No he llamado al servicio de habitaciones.

— ¿Estás segura? Puedo hacer lo que quieras.

— Tonto —lo empujo y lo dejo entrar. — Ir de tour contigo es muy aburrido —le confieso—. Me he llevado todo el tiempo en Chile pegada a la barra.

— Eso es porque eres una borracha. ¿Has pensado en mirartelo? —se tumba en mi cama.

— Admito que es mi debilidad —me tumbo a su lado—, pero no me considero una borracha.

— Si tú lo dices...

Me pongo de lado y cierro los ojos porque apenas pude dormir bien la noche anterior. Justin no habla, por lo que me dejo llevar y me quedo dormida.

Cuando abro los ojos, mi cuerpo está pegado al suyo. Sus brazos rodean mi cintura y siento su respiración en mi nuca. Cierro los ojos de nuevo y no puedo evitar acordarme cómo estábamos hace unos meses.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora