Treinta; sonríe.

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No sabía por quién o por qué lloraba ya. El vacío de mi pecho era lo único que podía sentir y ver la rosa encima de la mesa solo me hacía desear que se marchitara pronto. Así me sentía, una rosa seca, sin vida, sin color.

Intentaba sonreír. Siempre tenía que sonreír a pesar de tener una daga clavada en mi corazón.

Sonríe, Alissa, siempre sonríe.

Alissa Lassarre había sonreído la mayor parte del tiempo. La Alissa Lassarre que la industria había creado. Una chica con orejas de conejo, dulce y sonriente. Ellos construyeron a Alissa Lassarre la cantante pop. Pieza por pieza.

No te olvides de sonreír.

También tienes que mantenerte fiel a ti misma. Pero sonríe.

Matt había roto mi corazón y no me había quedado más remedio que sonreír a diestro y siniestro. Sonreír en las fotos, hablar con todos e ignorar las palabras de la prensa con una sonrisa.

Antes lo tenía todo controlado. No hagas nada que pueda llamar la atención de la prensa, sonríe, saluda, firma autógrafos, sonríe de nuevo, sé amable, sacate fotos, no estés enfadada, cansada o triste.

Sonríe, siempre sonríe aunque hayas estado llorando cinco minutos antes por la presión.

Todo el mundo quiere que sonrías, tienes que hacerlo.

Lo había hecho. Había intentado siempre guardar lo que pensaba y decía todo lo que la gente quería oír.

Me cansé.

Salí de la caja de cristal en la que me encontraba y corté las cuerdas que me manejaban porque yo no era títere de nadie.

No hagas movimientos bruscos, sonríe.

Dos conciertos y podría volver a casa. Podría tenderme en mi cama y observar el póster de Dicaprio que aún tenía en la pared.

No tengo ganas de discutir con Matt cuando lo veo tras la puerta, por lo que intento cerrarla pero él lo impide.

— No tengo ganas, Matt.

— Solo quiero saber cómo estás. Sé lo importante que era tu abuelo para ti.

Cierro los ojos. Era...

Matt abre la puerta y a pesar de todo lo que me hizo, está estrechandome entre sus brazos mientras arrugo su camiseta entre mis dedos.

— Se ha ido —digo con un hilo de voz—. Me ha dejado.

— Shhh —él pasa una mano por mi cabeza y cierro los ojos—. Es ley de vida, petit.

— No lo vi una última vez. No le dije lo importante que era para mí por teléfono. No le dije lo mucho que lo quería —sollozo.

— Él lo sabía. Estaba orgulloso de ti. Podía ver con la admiración con la que te miraba.

Niego con la cabeza y me separo de él. — No deberías estar aquí.

— No me diste oportunidad de explicarme.

— Ah, ¿tus acciones tienen explicación?

— No, no la tienen.

Me siento en el sofá y seco mis mejillas con un pañuelo. Matt se sienta en el sofá de mi derecha y suspira pesadamente.

— Mis acciones no tienen explicación, pero mi supuesta infidelidad hacia ti sí.

Lo miro y me quedo callada mirando sus ojos azules.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora