Treinta y uno

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Abrí los ojos y lo primero que vi fue el rostro de Justin pacíficamente dormido. Me estiré y miré hacia la ventana, sintiéndome bien, muy bien. Volví a mirar a Justin y pasé una mano por su pelo corto sin pensar. Sentí su pelo debajo de mis manos y observé su rostro, no se inmutó. Mordí mi labio inferior y decidí levantarme.

Tenía una melodía en mi cabeza y tenía que sacarla. Cuando salí de la habitación, Jazzy estaba saliendo de la suya y me miró sorprendida. Y ya no era porque fuera vestida con ropa de su hermano, sino porque había dormido con él. Ella se quedó en shock y le sonreí.

— Buenos días —cerré con cuidado la puerta de la habitación.

— Buenos días —respondió—. No sabía que estabas con él.

— Y no estoy, solo somos buenos amigos.

Ella me miró desconfiada, no creyéndose una palabra y asintió, dando por finalizada la conversación. Ambas fuimos a la cocina y ella se sentó en un taburete, esperando que yo le preparase algo cuando ni siquiera sabía dónde estaban las cosas.

Busque entre los muebles algo que pudiéramos desayunar hasta que encontré cereales. Ella estuvo conforme con mi elección porque seguramente me veía muy perdida. Cogimos los tazones de cereales y nos fuimos al estudio. Esperaba que Justin no se molestase.

Cogí la libreta que él tenía y dejé el tazón a un lado. Jazzy se sentó en el sofá que allí había y empecé a sacar lo que tenía en mi cabeza.

Sé que debo irme, pero cuando estás a mi lado profundamente dormido, tu piel contra mi piel, no puedo evitar la forma en la que me siento.

Quiero que me ames, pero que no te enamores. Quiero que me abraces, pero no demasiado tiempo, porque no soy yo a quién debes amar.

— Buenos días —la voz de Justin me hizo cerrar la libreta y mirar hacia atrás.

Jazzy ya no estaba, por lo que supuse que había perdido la noción del tiempo, como siempre. Justin se encontraba apoyado en la pared, sin camiseta y con unas bermudas de deporte, enseñando el logo de su bóxer blanco de Calvin Klein.

— Buenos días —respondí—. ¿Te regalaron una tirada de bóxers blancos para ti o te los compras todos iguales? A no ser que siempre lleves el mismo.

Justin rio y negó con la cabeza. — Me gustan los blancos.

— ¿Porque dan volumen? —arranqué la página de su cuaderno y la doblé.

Lo miré y él estaba con sus dos cejas levantadas. — ¿Qué estás haciendo?

— He escrito algo —me levanté.

— ¿No me vas a dejar verlo?

— Está en español.

— Podrías traducirlo.

— Lo dudo. Aprende español, tienes mucho tiempo libre.

Fui a salir del estudio pero él puso su mano en mi brazo, haciendo que me parara. — ¿Has dormido bien? —dijo con voz ronca.

— Sí —dije sin mirarle, apretando el papel con fuerza.

— Podría aprender español si fueses mi profesora —pasó sus dedos por mi brazo, de arriba abajo, acariciándome.

— No doy Anatomía en español.

Justin rio. — Pero sí lengua.

Lo miré y vi su sonrisa divertida. Le saqué la lengua y salí de allí. — ¡A esa lengua me refería! —rio tras de mí.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora