Veintitres

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Justin pasó su mano por mi pierna mientras escuchábamos las canciones que mi padre me había pasado. Estábamos solos en el autobús, ya que Carol estaba fuera jugando al baloncesto con los bailarines. Moví mi cabeza al ritmo de la canción que sonaba.

— No sé qué significa la canción -apretó mi muslo.

— Va sobre el desamor. Ella le hace daño a él a pesar que es el bueno en el sentido de un chico, ¿me entiendes?

— No, luciérnaga, no te entiendo.

Luciérnaga. Sonreí de lado.

— Él confía mucho en ella y la ama. Ella lo deja por otro. Y a él siempre le rompen el corazón y por eso no cree en el amor.

— ¿Qué dice la parte que tendrías que cantar?

Puse mi parte y fui parando y traduciendo cada frase.

— Casi en todos los casos me di cuenta que el amor siempre me lleva al fracaso. Caminé en el fuego con los pies descalzos en busca de un billete que acabó siendo falso. No me hablen de amor ni me vengan con cosas así. A Cupido que apunte a otro lado, que sus flechas ya no funcionan aquí.

Justin seguía con la mano en mi pierna y decidí que quería hacer esta canción. Que estaba escrita para mí y Justin se dio cuenta: — Hicieron la canción para ti.

— Eso parece.

— ¿No piensas enamorarte nunca? ¿Dejarte llevar?

Lo miré. — No elijo cuándo ni de quien me enamoro, aunque no necesito eso ahora. Cuando llegue, llegó.

— Pienso igual —separó su mano de mi pierna y pasó una mano por su rostro.

— Que raro te veo sin pelo —lo observé y el sonrió de lado, pasando una mano por él.

— Lo necesitaba.

— Hacerte las rastas fue una mala idea.

— ¿Lo fue?

Asentí y me puse casi de rodillas en el sofá para poder tocar su pelo. — Ahora no hará falta que te pongas la gorra para ocultar el desastre que era tu pelo.

—Pero no podrás tirar de él, no había pensado en eso, aunque siempre puedes arañarme, no me quejo.

— ¿Arañarte? —reí—. Me encantaría si no te quitases la camiseta en sorry.

— No lo haré si me dejas marca.

— Parece que estás deseando.

— Lo estoy.

Arrugué mi nariz y sonreí. — Voy al baño —me levanté del sofá.

— ¿A tocarte? Podría hacerlo yo.

Le saqué el dedo de en medio y él soltó una carcajada que me hizo sonreír. Entré en el baño y me miré al espejo.

Cuando salí del baño, vi a Justin mover la cabeza al ritmo de una canción. — Mierda, ¿Que canción es esa? —pregunté.

Justin miró el teléfono. — La de Yellow Claw.

¡Es la hostia! Yo he grabado esta canción antes —murmuré—, la ha dejado mejor. ¡Me encanta!

— ¿Te gusta la música electrónica?

— Me encanta, intento ir a festivales siempre que puedo —me encogí de hombros—. Creo que voy a aceptar todas las colaboraciones —me senté a su lado.

Alissa:
Vía libre para las colaboraciones.

Papá:
Recibido. ¿Dónde estás?

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora