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Me muevo nerviosa por la casa necesitando un porro y lo que hago es fumar en el jardín porque estoy nerviosa, aunque no debería.

Estaba cansada después de un largo día de grabación y Justin venía a casa a cenar. Traía comida, por supuesto, no me veía cocinando en este momento.

El timbre suena y apago mi cigarrillo en el cenicero sabiendo que huelo a tabaco. Debería ducharme y estar presentable.

Me acerco al portero y no tardo en abrir, esperando que él entre. Por una parte, no quiero que sigamos hablando sobre nosotros porque me hace llorar, aunque hablarlo sé, que al final del día, me hará bien.

Aclarar lo que pasó, cómo nos sentíamos, era lo que el psicólogo me había dicho que hiciera; sin embargo, yo me dediqué a reunir la ira hacia él en mi corazón.

Abro la puerta y él tiene una sonrisa en su rostro. Lleva una bolsa de comida en la mano y lo aparto para dejarlo entrar.

— Te queda muy bien ese color de pelo, por cierto, no te lo había dicho.

— Gracias —cierro la puerta y lo sigo hasta la isla de la cocina donde él deja la comida.

— ¿Esta será tu casa definitivamente? —Pregunta.

— No lo sé —me encojo de hombros—, aún no sé dónde quiero vivir.

— ¿No te gusta Los Ángeles?

— Prefiero un sitio más tranquilo. Aunque para los productores, es mejor aquí —saco los vasos del mueble mientras él saca la comida de la bolsa.

Me sentí como en los viejos tiempo y miro a Justin chupandose el dedo porque se le ha derramado salsa en el dedo. Pongo la mesa y él trae la comida.

Comida china.

Me siento y no tardo en liar mi tenedor en los tallarines y meterlo en mi boca.

— ¡Está buenísimo! —Exclamo con la boca llena.

— Es el mejor restaurante chino que conozco —sonríe—. ¿Nunca te he llevado a comer ahí? —Niego con la cabeza—. Fallo mío, pero ya lo has probado. ¿Estás grabando un nuevo videoclip?

— Sí.

— ¿Y de que va?

— Es una sorpresa. Ya lo verás cuando salga.

— ¿Es para tu próximo CD? ¿Ya lo tienes listo?

— No, aún no. Estoy grabando canciones pero a veces siento que no son lo suficientemente buenas, ¿Sabes?

— Te entiendo. ¿Quieres ir a por el grammy?

— Taylor Swift tiene un montón, ¿por qué nosotros no?

— Bueno, ella es más famosa que nosotros —se encoge de hombros.

— Tienes razón —sonrío—. Ojalá tener su altura.

Justin se ríe y niega con la cabeza para después dejar el vaso de Coca-Cola de nuevo en la mesa.

— Me gusta tu altura.

— Porque tus pies no sufren los tacones.

— No, en serio —se ríe—. Eres muy cuqui, tan pequeña, el pelo tan largo y taaaaanto genio.

Arrugo mi nariz no muy convencida de lo que me ha dicho porque no sé si es un piropo o se está metiendo conmigo.

— A mi no me gusta tu pelo largo —digo—. ¿Por qué te lo estás dejando tan largo?

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora