Strangers - Justin Bieber

10

¿Desde cuando habíamos cumplido el ser solo amigos? Desde nunca.

Nuestros cuerpos se atraían de una manera en la que no podía explicarlo, pero estabamos siendo buenos.

Buenos porque habíamos dormido en la misma cama y ni siquiera nos habíamos rozado. No quería que se fuera, no quería estar sola y no sabía cómo decirle a la mañana siguiente que se quedara.

Lo observo coger las llaves de su coche y lo sigo hacia la puerta.

— Podríamos componer algo —sugiero y Justin gira un poco su cabeza para sonreirme.

— Pensé que no querías —dice llegando a la puerta y girandose.

— He cambiado de opinión.

Justin se acerca a mí y pone sus manos en mis mejillas.

— Tengo que hacer unas cosas, pero volveré más tarde y haremos lo que quieras, ¿vale?

— Vale.

Él sonríe y besa mi frente para después abrir la puerta y montarse en su coche.

Hola de nuevo, soledad.

Niall:
¿Como estás? No me has contestado al teléfono y... bueno, estoy preocupado.

Alissa:
Estoy bien, siento no habertelo cogido, estaba...

¿Estaba? ¿Qué le decía? ¿Cenando con Justin? Iba a entender que no quería nada con él.

— ¡Ay, Alissa! ¡Me desesperas! —me digo a mi misma borrando el mensaje y no enviándoselo.

Alissa:
Estoy bien, sana y salva. ¿Y tú? ¿Sigues rompiendo corazones en cada ciudad?

Muerdo mi labio y suspiro pesadamente.

Niall:
¿Cómo lo has sabido? ¿Qué hiciste anoche?

Alissa:
Estuve cenando con Justin.

Niall:
¿Puedo llamarte?

Alissa:
Sí.

Espero impaciente hasta ver el nombre de Niall en la pantalla. Facetime.

Lo cojo y veo su sonrisa al otro lado. Sonrío un poco y él pasa una mano por su pelo.

— Luces como si te hubieran dado una paliza —se ríe.

— Oh gracias, es mi cara de recien levantada. Tú luces bien.

— Suelo hacerlo la mayoría del tiempo —responde y niego con la cabeza—. Así que... ¿Bieber de nuevo?

— No es lo que crees. Pensaba que ibas a darme un tiempo.

— No quiero ser el segundo plato de nadie, Alissa.

— Niall —me siento bien en el sofá—, jamás serás mi segundo plato. Además ni siquiera he empezado a comer. Te he pedido tiempo no para intentarlo con él, sino porque necesito una estabilidad emocional que no tengo. No quiero hacerte daño.

— Ya, ya... es que... —pasa una mano por su rostro—, me frustro y veo las fotos y sé lo que sientes por él.

— Necesito que confíes un poco en mí, ¿Vale? —le digo y él suspira al otro lado de la línea— Me gustaría que estuvieras aquí.

— No veo que te haga falta más compañía —dice—, pero a mí también me gustaría estar ahí. Me tendrás allí cuando tenga los días de descanso antes de empezar la gira por Estados Unidos.