Treinta y ocho

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Siento el roce de los dedos de Justin por mi brazo y sonrió aún con los ojos cerrados. Tengo que coger un vuelo para Nueva York pero no tengo ganas, quiero quedarme en esta cama por siempre. Saber que mañana actuaba en Victoria's Secret me ponía de los nervios.

Tendría todos los ojos sobre mí y aunque, ya los había tenido, esto era diferente, muy diferente.

— Buenos días, luciérnaga —besa mi hombro y sonrió como una tonta.

Me doy la vuelta y me hago más pequeña entre sus brazos, dejando que él me abrace con fuerza. Besa mi sien y nos quedamos así un rato.

— No quiero ir.

— ¿No quieres ir?

— Tengo miedo.

— ¿Miedo? He visto tu coreografía y sé que dejaras a todos con la boca abierta.

Aspiro su aroma e intento que los nervios en mi estómago se vayan, imposible.

— Tengo el presentimiento de que algo va a salir mal.

Me separo un poco y lo miro.

— No seas negativa. No va a salir mal, confía en ti.

Hago una mueca, no muy convencida, y él me besa. A pesar de que me siento bien entre sus brazos, dudo en si esto es una buena idea. Empezamos acostándonos, sin ser nada. Le dije que no quería conocer a su entorno y que él no conociera el mío y ambos lo conocíamos ahora.

Habíamos dado pasos agigantados hasta incluso llegar a sentirme en una relación, y no quería eso. No quería sentirme amarrada, ni obligada a nada.

Me separo de Justin para levantarme pero él no me dejó, sabía lo que él quería, y se lo di.

Estaba encima de él, moviéndome lentamente mientras él me abraza, ya que está apoyado en el respaldar de la cama. Cierro los ojos cuando me siento llegar y todo a mi alrededor estalla cuando lo escucho gemir.

Nos besamos una y otra vez antes de irme y Esther corretea a mi alrededor para que le preste algo de atención, cuando la miro, me doy cuenta que tiene mi calcetín en la boca.

— No me lo puedo creer —me agacho y ella deja el calcetín en el suelo—. No sé si quiero cogerlo —miro a Justin y el ríe. Acaricio a Esther y me levanto con el calcetín—. Deberías lavarlo —lo pongo en su mano y el sonrío.

— Mucha suerte para mañana, lo harás genial —me abraza y correspondo a su abrazo.

— Gracias —me giro, cargando mi maleta y me despido con la mano una vez más antes de salir por la puerta y ver a mi guardaespaldas esperándome.

Me monto en un jet privado que hemos alquilado, ya que no tengo el mío propio, y abro el cuaderno cuando estamos en el aire. Tengo tantos sentimientos y tantas contradicciones que no puedo poner mi cabeza en orden.

Cuando me llamas, mi corazón empieza a latir, siempre quiero más. Es mi cielo, mi infierno.

En nuestro interior vive una voz, una voz tranquila, pero no puedo escuchar esa voz cuando tu corazón late junto al mío.

No puedo dejarte y sé que me arrepentiré.

Una vez en Nueva York, me encuentro con mi familia y los abrazo. Papá me da un café y se lo agradezco. La gente se mueve con nerviosismo, preparándolo todo. Me dirijo al escenario con un nudo en el estómago. Taylor Swift, Selena Gomez y Ed Sheeran son los que actuarán también.

Quiero empezar a gritar e inundar el recinto por mis gritos, pero me contengo y salgo poniéndome bien el pinganillo.

Ensayamos mientras las modelos van desfilando en vaqueros. Lo hacemos un par de veces para que no haya ningún fallo y miro a mi alrededor.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora