Treinta y tres [II]

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Abrí los ojos cuando sentí algo encima de mi pecho desnudo. Miré hacia abajo para ver a Alissa apoyada en mi pecho y abrazada a mí. La rodeé con mi brazo y suspiré pesadamente.

— ¿Todo bien, nena? —mi voz sonó pesada y ni siquiera pude abrir mucho los ojos.

— Solo una pesadilla —murmuró.

Froté su espalda y no tardé en quedarme dormido de nuevo.

Había conocido a muchas chicas. Todas con cuerpos espectaculares que me hacían mirar mucho, quizás demasiado. No tardaba mucho en tenerlas a mi lado, ellas querían codearse conmigo para llamar la atención de los medios y así ser alguien. Otras muchas querían llegar a conquistarme por quién era y lo que tenía. Y un pequeño por ciento, le daba igual quién era y la fama que tuviera. Hailey había entrado en ese grupo, y después, entró Alissa.

No me gustaba decir que alguna que otra chica era diferente porque al final resultaban ser todas iguales, pero ellas dos eran especiales para mí.

Volví a abrir los ojos pero ella no estaba abrazada a mí. La claridad entraba por la ventana anunciando un nuevo día y mi acompañante de sueños estaba espatarrada en su lado de la cama, sin las mantas. Alcé mi mano para coger las mantas y taparla.

Me di la vuelta y volví a cerrar los ojos por si podía volver a coger el sueño.

Un móvil sonando hizo que abriera los ojos de golpe y me incorporé, viendo como Alissa estiraba la mano a la mesita de noche y cogía su móvil para contestar. Volví a apoyar la cabeza en la almohada y tapé mis ojos con mi brazo.

Ella estaba hablando en español, murmurando, hasta que su voz empezó a volverse emocionada y sabía que no tardaría en tenerla histérica y con vida, mucha vida, por toda la habitación.

— Buenos días, dulce de melón —escuché su dulce voz y sentí sus labios en mi pecho. Sonreí, dulce de melón.

— Buenos días, luciérnaga —suspiré pesadamente y quité el brazo de mi rostro para poder atraerla a mí y besar su cabeza cuando se apoyó en mi pecho—. ¿Quién era?

— Mi padre, ayer salió la canción y es número en casi todos los países de Latino América, también en España. Está costando más en los países de habla Inglesa, pero tampoco va mal en

— Eso es estupendo, felicidades.

Ella miró hacia arriba para mirarme y sonrió abiertamente para después, dejar un pequeño beso en mis labios.

— ¿Quieres ver el videoclip? —preguntó cerca de mis labios.

— Eso no se pregunta.

Ella sonrió y se separó un poco de mí para llegar a su móvil. La vi entrar en YouTube y me fijé que el videoclip ya tenía millones de visitas.


— Vaya, ¿otra peluca? Te queda muy bien.

— Por supuesto, no me la pondría si ese no fuese el caso.

Seguí viendo el videoclip, su cuerpo ajustado en ese conjunto, moviéndose. No entendía la letra, pero después ella me explicaría la canción.

— Me gusta —dije cuando terminó.

— ¿Sí? —ella bajó para ver los comentarios y le quité el teléfono.

— No vale la pena que leas los comentarios —estiré mi brazo y puse el teléfono en mi mesita de noche—. Siempre habrá comentarios buenos y comentarios malos, no es necesario que los leas.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora