Nueve.

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Estaba en el salón con Carol, mi prima me había bendecido con su presencia y no podía estar más contenta. Habíamos estado viendo un maratón de películas Disney mientras cantábamos nuestras canciones de la infancia y yo había acabado con hielo en mi dedo pequeño del pie por darme con la pata de la mesa mientras bailaba.

Acabábamos de terminar de jugar al just dance y las dos estábamos tiradas en los sofás con una botella de agua en la mano. Había botellines de cerveza aún en la mesa y paquetes de patata abiertos.

Papá ya se había ido a París y nos dejó tranquilas, muy tranquilas.

— Oye, ¿Qué es eso de que te estás viendo con Justin?

La miré, observando los mechones castaños sueltos que se escapaban de su moño.

— Surgió.

— ¿Cómo es?

— Es una buena persona.

— Lo sabía.

Sonreí. — Hemos compuesto una canción y... tenemos una especie de tonteo.

— Define especie de tonteo.

Me quedé callada sin saber cómo explicárselo. — No lo sé, me atrae.

— ¿A quién no?

— Y yo le atraigo y... estamos lanzándonos pequeñas indirectas siempre. El otro día casi nos besamos.

— ¡Qué, Qué! —se incorporó en el sofá y yo también lo hice—. ¿Puedo saber por qué no recibí audio de eso?

— Quería contártelo en persona.

— ¿Qué pasó?

— Lo separé.

— ¿Por qué?

— Si nos besamos ya, la diversión se acaba y yo me aburro mucho.

Ella rió y negó con la cabeza. — Lo que quieres es ponerlo caliente para tenerlo en la palma de tu mano.

También, aunque él también me ponía caliente a mí.

— Ya lo tengo en la palma de mi mano, ¿Quieres que hagamos una prueba?

Ella asintió efusivamente y se puso a mi lado. Cogí mi teléfono y entré en mis mensajes.

Alissa:
Estoy sola en casa y estoy
muy aburrida... 😢

Justin:
¿Qué sugieres?

Alissa:
Aún no estás en mi siglo.


Mi prima y yo nos quedamos mirando la pantalla, esperando contestación, y la tuvimos, pero no de la forma que nos esperábamos. Me estaba llamando para hacer facetime. Ambas soltamos una carcajada, alucinando.

No se lo cogí. — ¿Qué estaba diciéndote? —reí.

— No me lo puedo creer, quiere estar en tu siglo ya.

Ella si sabía el juego que teníamos con eso. Justin me llamó de nuevo y miré a mi prima. — Quiere sexo telefónico —reí—. Voy a ducharme, con música, por si escucho algo que no desearía escuchar.

— ¡No digas esas cosas! Jamás haría algo sucio sabiendo que estás aquí, y espero que tú hagas lo mismo.

— No puedo jurarte nada... ¡Estoy en Los Ángeles!

Ella se alejó y le cogí la llamada, viendo su rostro al otro lado de la pantalla. Me vi en el pequeño recuadrito y vi que no era mi mejor cara. Justin lamió sus labios y empecé a reírme, tapando mi rostro. Miré a la pantalla y lo vi sonriendo, su pelo estaba revuelto, como siempre y me mordí un dedo.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora