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Todos los días soñaba con Am. A veces los sueños se convertían en la peor de las pesadillas e intentaba despertarme lo antes posible. El secuestrador y violador de Am estaba en busca y captura. Mi hermana seguía sin despertar y yo había escapado a Escocia antes de volverme completamente loca.

No podía ver el dolor de mis padres. No podía ver la habitación de Am. Esa niña inocente que ya no lo era. Ese hombre le había robado todo, le había robado su inocencia, su vida. Nos había dejado hundidos. La familia Lassarre estaba completamente rota y hundida. Así nos describía la prensa, así nos sentíamos.

Había vuelto a ver a mi psicólogo porque la ansiedad había aumentado. El dolor estaba en mi corazón y no sabía cómo manejar las emociones y los sentimientos a los que me enfrentaba.

A pesar de que hace sol, hace frío, por eso llevo una sudadera y unos vaqueros. Quizás debería meterme en casa y observar el paisaje desde dentro, pero no podía. Necesitaba un poco de aire después de haber pasado una mala noche.

No podía estar sin dormir. No podía estar toda la noche dando vueltas, huyendo de las pesadillas y el dolor.

Simplemente, no podía seguir así.

— Buenos días —la voz de Richard me hace mirar hacia arriba y sonrío un poco.

— Buenos días —respondo.

Él, vestido con unos pantalones vaqueros y una camiseta de mangas cortas, se sienta a mi lado en el césped y mira mi atuendo.

— ¿Tienes frío?

— Sí. Veo que tú eres de sangre caliente.

— Será eso. ¿Cómo has dormido?

— Bien, ¿Y tú?

— Mejor que tú.

Seguramente me habrá escuchado dar mis paseos nocturnos por toda la casa buscando algo que me entretuviera.

Este viaje había sido recomendado por mi psicólogo y por mi manager. Despejarme de todo lo que estaba pasando era lo mejor que podía hacer. ¿Lo malo? No era muy buena compañía.

— ¿Te gusta?

— Sí. Es... tranquilo y que no haya nadie sacándote fotos en los extremos es lo que más me gusta.

— Es el problema de ser una cantante reconocida.

— ¿A ti no te acosan de esa manera?

— Sí, aunque a veces ni siquiera me doy cuenta si están o no por los alrededores. ¿Te parece si vamos a la ciudad a desayunar y te enseño algunas cosas?

— Sería genial.

Nos levantamos y me limpio los pantalones.

Me he cambiado de ropa y hemos desayunado en una cafetería que es del agrado de Richard.

— ¿No tomas nada para dormir? —Me pregunta.

— Sí, pero intento no tomarlo a menudo para no hacerme dependiente de las pastillas. Es lo que me faltaba —bromeo.

— Hay veces que es necesario —lleva la taza de café a su boca y veo como la gente a nuestro alrededor nos ignora.

— Me voy a mudar —digo y él se ríe—. Lo digo en serio —digo con una sonrisa en mi rostro—. No soportaría el frío pero la tranquilidad gana —rodeo la taza de café con mis manos y miro por la cristalera, ya que estamos sentados al lado.

— Siempre serás bienvenida aquí —sonríe—. Tengo entradas para ver el Castillo, podemos ir ahora —sugiere.

— ¿Qué más vamos a ver?

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora