6 (primera parte)

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Hago una mueca cuando él se baja del coche y se para a mitad de la entrada. Frunzo levemente el ceño cuando escucho que ha cerrado el coche. Pongo mi mano en la manija y lo miro viendo como sonríe un poco.

Le saco el dedo de en medio y sé que lo ha visto a pesar de la oscuridad cuando abre el coche.

Me bajo y camino hacia Justin, que ya tiene la puerta abierta, y entro con la cabeza alta haciéndolo reír un poco.

Entro en aquella casa nueva para mí y miro al chico con el pelo desordenado para que me de la señal de poder avanzar.

— Estás en tu casa, Alissa —dice dejando las llaves del coche en el recibidor.

Avanzo a paso lento observando la decoración minimalista y su mano en la parte baja de mi espalda me guía hasta el sofá.

— ¿Qué te parece si preparo algo de comer? —Me pregunta.

— ¿Vas a cocinar? —Le pregunto extrañada girando mi cabeza un poco.

— Por supuesto —sonríe—. Siéntate, puedes poner la tele, tocar el piano... hacer lo que quieras.

Lo veo ir a la cocina, que es abierta y puedo observarlo desde allí y miro indecisa a mi alrededor porque aún no sabía que hacía allí.

Paseo por el salón y me asomo a la cristalera que da al jardín viendo mi reflejo en ella. Es de noche y no se ve nada fuera. Pongo mi mano en el picaporte y tiro de él para abrirlo. El aire da en mi piel descubierta y cruzo mis brazos para abrazarme a mi misma.

Hay una piscina, tumbonas y sombrillas junto a varias mesas. Aquí, tiene intimidad, nadie puede hacerle fotos desde fuera.

Necesitaba un cigarrillo.

Entro y me doy cuenta que mi mochila sigue en el coche de Justin. Hago una mueca y cierro la cristalera para acercarme lentamente en la cocina dónde Justin está cortando cebolla.

— Necesito un cigarrillo —le digo apoyándome en la encimera.

— No tengo cigarrillos —dice sin dejar de mirarme.

— Tengo en mi mochila, está en tu coche.

— No necesitas cigarrillos, ¿por qué no abres la botella de vino? Está en la nevera.

Lamo mis labios y voy a la nevera para sacar la botella de vino. Me quedo allí, mirándola, sabiendo que no he bebido una pizca de alcohol desde que sucedió todo.

— ¿No sabes abrirla? —Pregunta quitándome la botella de las manos.

Lo miro y él la abre con facilidad, sonriéndome y echando el contenido en dos copas.

Me acerco a la mesa y cojo la copa entre mis manos. El olor entra por mis fosas nasales y observo a Justin, que está ocupado con la comida.

— ¿A que está bueno? —Pregunta.

No soy capaz de contestarle porque sigo mirando la copa entre mis manos. El olor del vino entra por mis fosas nasales y la necesidad que siente mi cuerpo lucha con la parte coherente para que no lo haga.

Pero lo necesito.

Lo necesito como un ciego necesita a un perro, como un hijo a su madre, como las patatas fritas al kétchup.

— Eh, ¿estás bien? —Pregunta el chico rubio extrañado.

Quiero beberme la copa, que digo, ¡Toda la botella!

Unas manos grandes se ponen sobre las mías y me doy cuenta en ese entonces que estaba temblando. Él dice mi nombre y aprieto mi mandíbula, no queriendo rendirme.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora