Diez

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El capitulo 11 será privado. Tienes que seguirme para leerlo.

Las pasiones sobre cuyo origen nos engañamos a nosotros mismos nos tiranizan con más fuerza. Nuestros más débiles impulsos son aquellos de cuya naturaleza tenemos conciencia. Sucede con frecuencia que pensando hacer una experiencia sobre los demás, la hacemos realmente sobre nosotros mismos.

Oscar Wilde

Sus facciones estaban relajadas y sus ojos cerrados, disfrutando de contraste del frío ambiente y el agua cálida. Sus brazos tatuados eran una obra de arte, contaban su vida, su sufrimiento y sus sentimientos. Los tatuajes eran líneas y trazos que contaban lo que nosotros no podíamos con palabras, y él tenía mucho que contar. Era delicioso observarle, sobre todo con esa bella alma que tenía a pesar de todo. Su pecho subía y bajaba con su respiración y me hacía tranquilizarme, estar en paz a su lado. Sabía que no tenía por qué fingir con él, sabía que podía mostrarme triste y asustada cuando lo estuviera, pero sin embargo, no podía dejar salir todo lo que había estado guardando. No era la chica de hacía unos años que se dejaba ilusionar por todo, tampoco era la chica que creía en el amor, y mucho menos era una buena chica.

Sus ojos se abrieron y me pilló mirándolo, ninguno de los dos hizo ningún movimiento, ni siquiera nos movimos de donde estábamos, uno frente al otro. Había visto a Justin en la tele y por la pantalla de mi teléfono muchas veces, había escuchado a mi prima cantar sus canciones sin cesar mientras iba de gira conmigo, deseando encontrárselo alguna vez. Nunca había tenido interés. No me gustaba el chico del flequillo, no me gustaba el chico que se cortó el pelo y empezó a salir con Selena Gómez y mucho menos me gustaba el chico malo en el que se había convertido después. Sin embargo, la versión mejorada y recuperada de las anteriores me gustaba. Y no porque no amara o sintiera adoración hacia él, intentaba entenderlo. Quería entrar en lo más profundo de su ser y entender a su mente y su alma, pero no quería acercarme a su corazón.

— Me da miedo cuando una chica me mira mientras piensa —confesó.

No pude evitar sonreírle y eché la cabeza hacia atrás, apoyándome en el borde del jacuzzi para poder observar la oscura noche. Cuando estaba de tour, siempre estaba rodeada de gente y llegaba un punto en el que solo quería estar sola, en el campo, y poder observar las estrellas, en paz.

Me había quitado la ropa, quedándome en ropa interior, al igual que Justin. Había recogido mi pelo en un moño que esperaba que se mantuviera en su sitio. Volví a poner mi cabeza derecha y me encontré con sus ojos.

— Ven aquí —susurró. Sus brazos apoyados a cada lazo del jacuzzi, relajado pero exigiendo mi cercanía.

Mientras me movía por el jacuzzi me pregunté por qué él se había fijado en mí. ¿Por qué quería acostarse conmigo? ¿Qué tenía yo que no tenían otras? No mejor físico, ni siquiera era tan simpática como ellas. Me subí a horcajas encima de él, con lentitud, viendo como sus ojos iban desde mis pechos hasta mi rostro. Me senté encima de él y sus manos no tardaron en estar en mis caderas.

Lamió sus labios y hablo: — No estoy preparado para una relación —su voz fue ronca y casi suplicante. Su mano se dirigió a mi mejilla y la acarició con su pulgar. La luz era casi escasa allí pero podía ver sus ojos, esperando una respuesta.

— Yo tampoco —me acerqué a sus labios y sentí un cosquilleo en mi vientre cuando sentí sus calientes labios contra los míos.

Después de varios meses deseando besarlo por puro y mero capricho, porque eso era nuestra relación, un capricho, por fin, estaba besándolo, moviendo mis labios contra los suyos y poniendo mis manos en su cuello, donde tenía ese tatuaje con las alas que me gustaba tanto. Nos separamos un poco y me dio un pequeño beso, y después otro, y otro. Él pasó su lengua por mis labios y abrí mi boca, dispuesta a recibirla. Nos fundimos en un beso que desencadenó que mi estómago tirara en todas direcciones y tiré de su cabello haciendo que el gimiera en el beso. Sus manos me apretaron contra él y recorrieron mi espalda haciendo que un escalofrío recorriera mi columna.

Strangers - Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora