El maestro de pociones y El espejo

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La clase de Transformaciones había concluido, y los estudiantes de primer año debían dirigirse a su primera clase pociones. Y aunque Harry y Ron llegaron tarde, la maestra tenía la atención fija en las dos niñas que no paraban de competir entre ellas.

Era extraño para la maestra ver a Black tan atenta a la clase, Minerva hubiera jurado que ella sería igual a su padre en sus años de estudiante. Igual que Harry, que llegó tarde su primer día como si fuera un reflejo de James. Pero aunque no fuera maestra de adivinación, podía jurar que Keyla y Harry se volverían amigos en un futuro.

O tal vez solo extrañaba las bromas y molestias de Sirius y James cuando eran adolescentes.

Keyla salió corriendo antes que cualquier otro estudiante. Granger era inteligente, pero ella no tenía que demostrar que pensaba eso.

Su tío Lucius la mataría si supiera que por un momento pensó en que un sangre sucia era inteligente.

Acomodó su corbata mientras esperaba a que sus amigos salieran del salón. Tenía que advertirles que no dijeran nada de lo que pasó en esa clase a nadie.

- Tu y Granger serían buenas amigas - Se burló Theo llegando a su lado y colocando su brazo sobre los hombros de ella.

- Es cierto que tenían buena sincronización - Keyla rodó los ajos ante las palabras de Pansy.

- Ya basta - Interrumpió Draco - Ni se les ocurra volver a insinuar una amistad entre mi prima y una sangre sucia - Theo y Pansy miraron un poco extrañados a Draco por la seriedad de su voz, pero se quedaron callados - Es mejor que vayamos a clases, no quiero llegar tarde con Snape - Draco tomo la mano de su prima alejándola de Theo y pegandola a él - Pero eso no evita que tengas que responder mis preguntas.

- Ya lo sé, Draco - respondió ella blanqueando los ojos - Quería probar que soy mejor que ella eso es todo. Lucius no tiene porqué enterarse.

- Claro que no se enterara - aseguro Draco con su voz un poco más seria de lo normal.

En casa, no podía proteger a Keyla de los golpes o gritos de su padre, pero en Hogwarts era distinto, tenía que demostrar que podía protegerla. Draco no confiaba en los hijos de Muggles, ni en nadie que se junta con un Weasley o con Potter. Y su padre no se podía enterar de que Keyla se sentó junto a una sangre sucia, aunque no fuera amigas, su padre no aceptaría ni un solo error de Keyla.

Los cuatro llegaron de vuelta a las mazmorras. El salón de pociones no era muy diferente a la sala común, era igual de oscuro y escalofriante. Solo que con muchas cosas e ingredientes que muchos no habían visto en su vida.

Ya que no llegaron muy tarde y el maestro aún no aparecía, Keyla se encaminó con cuidado a un estante con varios líquidos para pociones e ingredientes. Jamás supo lo que era el arte de hacer pociones, no era algo de lo que haya escuchado o leído demasiado, pero parecía tan interesante.

- Pss, Keyla - Black no hizo caso a los llamados de sus amigos y siguió observando todas las cosas. Al menos hasta que se escuchó como abrieron la puerta de golpe.

Era un ruido tan familiar que le resultó atemorizante.

Se quedó congelada un momento viendo como el maestro entraba moviendo su túnica de forma tan elegante y dominante.

- Nadie agitará su varita, ni hará hechizos tontos en esta clase - Habló dirigiéndose a su sitio. Se fijó en Keyla que aún seguía junto a los materiales de pociones - ¿Necesita una invitación a su asiento, Black?

- Solo veía los ingredientes - respondió sin bajar la cabeza - considero que las pociones pueden llegar a ser una ciencia y arte muy interesante.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora