R. A. B.

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Keyla, con la misma cara que Sirius tenía cuando volvió a la casa, entró de mala gana a Grimmauld Place. Sintió un fuerte y frío viento cuando entró.

- ¿Severus Snape? - Escuchó la voz de Ojoloco entre las sombras.

- No soy Snape. - Respondió Keyla antes de que una especie de aire frío se abalanzara sobre ella y su lengua se enrollara sobre sí misma, haciéndole imposible hablar. Trato de mantener la calma ante esa sensación horrible y después de un rato su lengua se desenrolló sola.

Aunque ese hechizo ya hubiera pasado, estaba segura de que por lo menos debía haber uno más.

Dió un paso y Algo se desplazó entre las sombras al fondo del vestibulo, una figura se alzó de la alfombra, alta, de color polvo, y terrible; Abuela y nieta no pudieron evitar gritar. Las cortinas de Walburga se habían abierto; la figura gris flotó hacia ella, más y más rápido, el pelo, que le llegaba hasta la cintura, flotando tras ella, la cara hundida, sin carne, con las cuencas de los ojos vacías: horriblemente familiar, terriblemente alterada, levantó un brazo descarnado, señalando a Keyla.

- ¡Yo no te mate, Albus! - Exclamó Keyla y la figura explotó en una gran nube de polvo. Tosiendo, Keyla encendió su varita viendo un escenario muy parecido al de su sueño después de que su padre murió.

La casa Black no estaba en su mejor condición, aunque hubiera Sido mejor que estuviera destruída. Su padre la odiaba, no entendía porque esa casa seguía de pie.

- ¡Tu! ¡Traidora! ¡Vergüenza debería darte volver aquí!

- Oh, cállate saco de polvo. - Keyla cerró con fuerza las cortinas del retrato de su abuela. - Y agradece que no me quedaré mucho tiempo o te tiraría a la basura como debió haber hecho mi padre.

- ¡Tu padre era un asqueroso traidor! - Bramó Walburga.

- ¡No hables así de él! - Keyla apagó su varita y apuntó al retrato. Una luz verde salió con fuerza y un segundo después el retrato de la bruja estaba arañado y casi vaporizado. - Ahora yo soy la dueña de esta casa. - Murmuró con rabia - Homenum revelio.

No pasó nada, no había nadie más en la casa y parecía que tampoco había otras maldiciones.

Se acercó a la puerta de nuevo y con su varita trazó una fina línea en el suelo. Una pared se levantó antes de volverse invisible.

- Crucio - Lanzó el maleficio a la pared invisible, dejándola impregnada. Si alguien intentaba entrar, simplemente sería torturado hasta que ella quisiera.

Keyla subió hasta su antigua habitación, pero antes de entrar miro por el pasillo la puerta de su padre.

Prefirió entrar en ella, era igual a su sueño, con una fina capa de polvo pero manteniendo la escencia de Sirius Black.

Estaba algo desordenada, pero suponía que tal vez su padre la había dejado así años atrás. En ese momento no le dió mucha importancia.

Keyla sonrió con tristeza y arrastro lo pies hasta llegar a la cama. Tomo todas las cobijas y se cubrió con ellas sintiendo de nuevo el aroma de su padre.

Había pasado más de un año, y aún lo necesitaba. Aún lo veía en sueños, aún imaginaba su voz, era su padre y no podía olvidarlo aunque tratara.

Abrazó una almohada y se quedó sobre ella un rato pensando que esa almohada se convertiría en su Sirius y que escucharía su corazón latir.

Se levantó un poco y decidió ver qué escondía su padre en los cajones de su mesa. Abrió el primer cajón y vio un par de fotos. Su madre en traje de baño con un sombrero más grande que su cabeza y riendo en una playa. Después había una dónde Priya sostenía a una pequeña bebé que tenía su mano sobre un buzón, dejando la marca.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora