Sangre de Unicornio

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La ventana daba una vista directa a la nieve que rodeaba la mansión, era tan blanca y parecía tan suave.

Keyla se preguntaba cuándo conocería esa nieve de verdad.

A veces salía con su tía o Draco un rato cuando empezaba a nevar. Pero jamás se tiró en la nieve para armar angeles, o para crear muñecos, o para una pelea con bolas de nieve.

Ya que eso no era digno de una dama.

Su tío tenía opiniones muy radicales para como creía se debía comportar Keyla.

No hacer escándalos, siempre vestir con elegancia, juntarse con personas de su clase, no hacer deportes de hombres, ser muy inteligente, conseguir un buen empleo en el ministerio y nada menos que eso.

Si su tío se enteraba de lo que hizo en Hogwarts, estaría completamente en desacuerdo y la enviaría a otra escuela como Beauxbatons.

Por eso le gustaba Hogwarts, porque podía insultar a quien quisiera, podía pelear contra extrañas criaturas, podía investigar cosas que le parecían curiosas, podía hablar con personas como los Weasley, podía demostrar que manejaba muy bien la escoba.

- ¡Odette!

Su momento de tranquilidad fue interrumpido por el grito de furia de su tío.

La puerta de su habitación se abrió de un golpe, su tío apareció con una carta entre sus manos. A Keyla le empezó a temblar el labio al pensar que era alguna queja de la escuela.

- Sabes que en esta casa está prohibido hablar con traidores a la sangre - Lucius empujó la carta sobre ella.

Keyla la tomo, leyendo los buenos deseos navideños de parte de Ron.

- No es nada, en serio - Trato de mentir, pero Lucius la manejaba y controlaba muy bien. Sabía cuándo le mentía, porque podía ver el miedo reflejado en la mirada de la niña.

- ¡Un Weasley! - exclamó enojado - ¡Fuiste capaz de rebajarte a su nivel!

- ¡Ron es bueno! ¡Es sangre pura! - Keyla fue callada de un golpe.

- ¡Todo Weasley es un traidor! Trate de enseñartelo a las buenas. Pero al parecer debo hacerlo a la malas.

Narcissa apareció y detuvo el puño de su esposo con su varita. La mirada de Narcissa daba miedo, parecía la mirada de una posible asesina. Lucius la miro y bajo su mano lentamente, suavizando su mirada.

- No quiero que le vuelvas a levantar la mano a Draco ni a Keyla ¿Oíste? - Su voz era fría, nadie tenía derecho a lastimar a sus hijos.

- Bien - murmuro enojado Lucius, él salió de la habitación no sin antes darle una mirada de advertencia a la niña.

Narcissa corrió hacia ella y la abrazo.

¿Que hacía mal? ¿Por qué Lucius no la quería? Se esforzaba tanto en ser perfecta, pero Lucius jamás veía su esfuerzo.

Recordó la mirada de su padre cuando un hechizo le salía bien. El hombre estaba encerrado en Azkaban, pero se había ganado el cariño de Keyla en poco tiempo, a diferencia de Lucius, que después de once años jamás se ganó un poco de amor de la niña.

Keyla hubiera deseado conocer a Sirius, pero que le aseguraba que era suficiente para él. Según Lucius todo lo que hacía estaba mal, tal vez su padre piense igual si llega a conocerla.

Así que ahí estaba Keyla. Despierta a media noche, reclamandose que llorar era de débiles, y aprendiendo a odiar a su familia.

Los días pasaron muy lentos para la pequeña Black, entre los intentos de su tía y primo para que sonriera, logro soportar hasta volver a estar en el tren de camino a Hogwarts.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora