Harley es macho.

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Keyla termino de vomitar con una gran mueca de asco en su cara. Tomaría clases de aparicion ese año para dejar de marearse cada vez que lo hace. Subió la cabeza y miro la madriguera.

Sintió un gran nudo en el estómago al darse cuenta de que tarde o temprano debía decirle a todas las personas de la casa sobre su reciente unión a los mortifagos. Volvió a tener el miedo de decepcionar a alguien, está vez con Molly y Hermione como su gran temor.

Molly no quisiera que su hija haya tomado ese camino y Hermione ya la había amenazado con golpearla antes.

A pesar está muerta de miedo, lo único que quería era ir allí y abrazar a sus amigos. Incluso a Ginny si hacía falta. Antes de correr directo a los brazos de Arthur y Molly, Dumbledore los calmo pidiéndoles hablar a solas.

Entonces se metieron al viejo armario de escobas de los Weasley. Keyla al ver alguna arañas ahí y saber que ese era el mayor miedo de Ron, empezó a pensar seriamente en ayudar a reconstruir la casa.

Tenía el dinero, le sobraba y no quería gastarlo en estupideces. Lo mejor era darle una casa a esa familia que la recibió sin hacer tantas preguntas, a esa mujer que la quiere como una hija y a esos chicos que la aman como una hermana.

El problema después sería convencer a Molly de aceptar el dinero. Pero era Keyla Black después de todo, no se podría negar toda la vida a un regalo de su parte.

Dumbledore les hablo a los dos de lo orgulloso que debía estar Sirius de verlos así. Fuertes y sonrientes a pesar de su muerte. En parte, Keyla estaba feliz de estar con Harry y era fuerte para que no se tomarán tan mal el golpe de ser mortífago. Por otra parte, seguía dolida en gran tamaño por tener que vivir sin Sirius de nuevo.

Era su padre, vivió sin él y por él por años, seguía confundida respecto a lo que tenía que hacer sin él. No era algo que superaría en un par de años y menos con todas sus pertenencias a su nombre.

También les dijo que lo mejor era hablarle a sus amigos sobre la profecía, no era un idea que Keyla disfrutará. Sentía que entre más mantuviera a sus amigos lejos de ese tema, estarían en menos peligro, pero también empezó a pensar otra cosa gracias a Dumbledore.

Ya les había ocultado muchas cosas a lo largo de seis años, ellos siempre estuvieron ahí compartiendo sus penas, debía empezar a sincera con ellos. Con Pansy, con Theo, con Blaise, y por supuesto con Hermione.

Ron era otra historia, de alguna forma, sabía que Ron era consiente de todas sus penas y de todos, era el que más sabía sobre ella. Sin contar a Dumbledore, a Sirius, a Draco, a Harry y a Snape, con los que se ha sincerado casi por completo.

Tambien les ofreció empezar a tomar clases con él ese año. Ambos aceptaron sin mucho problema, no todos los días uno de los mejores magos de la historia ofrece compartir su sabiduría.

- Harry, podrías esperarnos afuera, Keyla y yo debemos hablar. - Keyla sintió su pecho estrujarse, teniendo una idea de lo que quería hablar Dumbledore con ella. Harry asintio y salió del armario. - Keyla, hay algo que no me has dicho y desearía, si es posible, que me dijeras lo que pasó en la mansión Malfoy.

Keyla miro la escoba de Ron y se sostuvo de ella para no perder el equilibrio. Respiro profundamente dispuesta a contar la historia de verdad.

Se sintió bien haberle dicho todo al maestro y quitarse ese peso de encima. Lo que se sintió mal fue tener que mostrar su brazo como prueba de lo que pasó.

- ¿No te dió miedo pasar de una ventana a otra? - Keyla miro seriamente a Dumbledore, pues parece que eso fue lo único que lo impresionó de la historia.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora