Lunática Lovegood y Harry la manzana.

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Keyla estaba terminando de doblar su ropa de nuevo en el baúl, la señora Weasley le había traído sus libros y un gran tarro de dulces como premio por ser Prefecta. Tal vez eso era lo único bueno, Molly parecía feliz y orgullosa por eso.

¿Cómo hubiera reaccionado su madre ante esa noticia? Ojalá fuera como Molly, que la viera feliz y la felicitara por sus logros. Le hubiera gustado verla, tocarla o al menos estar cerca a ella.

Ahora incluso estaba en su habitación, una habitación en la que no estaría por unos meses. Entro en cuenta de que volvería a separarse de padre, aunque fuera solo para ir a la escuela, se había encariñado muy rápido con esta clase de vida.

Dormir con Hermione, despertarse y desayunar con Molly, quejarse por no poder estar en las reuniones de la orden, quedarse en la habitación de Theo junto a sus amigos, jugar con Dora, tratar de que Kreacher no la odie tanto, escuchar a su abuela, pelear contra alguna criatura que habite en la casa, y al final del día cenar con todos como si fueran una gran familia.

Podría faltar a Hogwarts, nada la unía a ir a la escuela. Después se adelantaría en sus clases o algo así. Lo complicado era que no había visto a Draco durante todo el verano y eso le dolía.

Paso de estar todo el tiempo con Draco, día y noche, a solo verlo en la escuela como si fuera un compañero cualquiera. Miro la diadema que Draco le dió y la acaricio con una sonrisa triste, en sus días más oscuros podía asegurar que Draco era el único capaz de mantenerla con vida.

A pesar de todo, de escapar de la mansión y de que cada uno consiguió pareja, seguían siendo tan unidos como antes.

Jamás se sintió tan mal por tener que irse de un lugar. Estaba decidida cuando se fue de la mansión, y aunque le había gustado estar en la casa de Hermione tampoco fue la gran cosa. Solo Hogwarts se podía comparar al sentimiento de vacío de ese momento.

No quería dejar el lugar donde sabía que estaba segura, solo para ser juzgada por sus compañeros y buscada por Voldemort.

- ¿Puedo pasar? - Keyla se trago sus ganas de llorar y se giro para que Harry entrara. - Mira lo que Ojoloco me dió. La orden del fénix original.

Harry entro a toda prisa sentandose en la cama con una foto entre las manos. Keyla se sentó junto a él para ver a todas las personas de la foto, estaba algo extrañada hasta que logró distinguir a sus padres.

Su madre sostenía la mano de su padre y le daba un beso en la mejilla a la vez que saludaba a la cámara. Sirius le guiñaba un ojo a la cámara, agrandando su sonrisa cuando Priya lo besaba. Ambos estaban junto a un hombre muy parecido a Harry, y supuso que él y la mujer a su lado eran los Potter. También estaba Lupin junto a su madre, sosteniendo su otra mano; y junto a los Potter estaba Pettigrew.

Si en ese momento hubieran sabido que Colagusano los iba a traicionar, todo sería diferente. Su madre estaría con ella, Harry estaría con sus padres y ambos tendrían esa vida que soñaron por mucho tiempo. Aunque Voldemort igual hubiera vuelto, estarían junto a sus padres. Pero ahora sabía, que aunque Sirius quisiera protegerla, ella no quería que se metiera en esa pelea.

¿O si su madre hubiera sobrevivido pero su padre hubiera muerto? Se habría perdido del mejor hombre que ha conocido, de aquel que fue capaz de escapar de la mayor prisión de alta seguridad del mundo mágico solo para verla. De aquel que trata de entenderla aunque no lo haga completamente. Ahora simplemente no podía imaginarse una vida lejos de Sirius.

- ¿Estás bien? - Pregunto Harry viendo como lentamente los ojos de Keyla se cristalizan. Keyla parpadeo recordando donde estaba, respiro profundamente y sonrió.

- Solo que es lindo verla - Murmuro ignorando el resto de cosas que pensó en un par de minutos.

- Lo sé - Respondió Harry mirando a sus padres. - Si ellos lo hubieran sabido...

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora