Paint It Black

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Grimmauld Place se veía asquerosamente oscuro sin Sirius. Estaba lleno de polvo y los retratos estaban rotos gracias al ataque de rabia que la heredera de la casa tuvo momentos antes.

El largo vestido se arrastraba por el sucio suelo, dejando un delgado camino marcado por ella. Sus manos cubiertas de guantes de encaje tocaban la pared, que fue rayada gracias al anillo brillante que traía en su dedo.

El retrato de su abuela estaba hecho cenizas en el piso, junto al cadáver de aquel elfo doméstico que la traicionó el día que perdió todo.

Paso por su lado enterrando sin piedad su tacón en el pecho del cuerpo. Subió las escaleras con un camino de sangre siguiéndola, ya no podía escuchar los ruidos de Buckbeak, temía que él también estuviera muerto.

No entro a esa habitación, pero si a la que tenía el gran tapiz con la familia Black. Está vez, todos estaban quemados, sin un solo rastro de línea familiar, la única que se veía al final era ella. Fue hasta la habitación de su madre y suya, también estaba deshecha, pero las fotos que estaban en el fondo del armario seguían intactas, mostrando a los merodeadores en su gran esplendor.

Por último, pero no menos importante, se dirigió a la única habitación intacta en toda la destruida casa. El nombre de Sirius Orión Black brillaba en la placa de la puerta como ningún otro, con algunas antorchas encendidas que iluminaban la habitación.

Sin un rastro de suciedad o tortura, la habitación era la única habitable de la casa. Con un gran espejo frente a un tocador, dónde había una botella de Whisky junto a una pequeña cajita de metal, con las iniciales S.B. en la tapa, llena de tabaco.

Keyla se sentó frente al tocador viéndose en el reflejo, su cara se distorsionaba y no sabía que edad tenía. Por momentos parecía una niña de siete años, con una lazo en el cabello que Narcissa acostumbro a ponerle cuando la peinaba. También se veía con doce años, sucia y con raspones causados por su prueba de Quidditch. Después tenía Dieciséis, completamente palida, con el cabello suelto y largo sobre su elegante vestido.

Tomo la botella y la destapó bebiendo casi todo su contenido sin inmutarse, pero no se sentía diferente, seguían siendo una asesina que destruyó su propia casa. Miro la cajita de metal y saco un cigarro, apenas lo puso entre sus labios, se encendió solo.

Las serpientes empezaron a entrar a la habitación, alzando la cabeza e inclinándose ante ella. Keyla se levanto y las serpientes le dejaron el camino libre hacia la cama. Se tiró con cuidado en ella, soplando de vez en cuando el cigarro sin apartar la vista del suave humo sobre ella.

Giro la cabeza encontrandose con Sirius, también fumando, pero notablemente más feliz que ella. El hombre la miro de reojo sonriente.

- ¿Por qué estás aquí, cachorrita? - Pregunto suavemente el hombre.

- Hice algo malo y no podía dormir - respondió Keyla volviendo su mirada al humo.

- ¿Algo malo? - Volvió a preguntar Sirius.

- Soy mala.

- Tu no eres mala, cariño. ¿No se te quedó nada de lo que dije mientras estaba vivo? - Murmuro Sirius apagando el cigarro y tirándolo al suelo junto a las serpientes. - Todos tenemos maldad y bondad en el interior, y depende de cada uno elegir el camino que va a tomar. Tú, hija mía, elegiste el camino de la bondad, solo que has pasado por muchas cosas malas. No eres mala, eres una persona buena que ha sufrido.

- ¿Para que ser buena si voy a sufrir? - Atacó Keyla

- ¿Para que ser mala si nunca estarás satisfecha contigo misma? - Contraatacó Sirius.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora