Un Elfo Libre.

13.8K 1K 1.9K
                                    

~~~~~~~

- ¡Tia Cissy! ¡Tia Cissy!

Narcissa bajó la taza de té negro cuando Keyla y Draco se acercaron corriendo a ella.

Los dos niños estaban completamente empapados, con la ropa sucia al igual que su cabello, pero ambos mantenía una gran sonrisa. Solo que había algo extraño en la sonrisa de la niña.

- ¡A Keyla se le cayó un diente! Fue asqueroso. - Rió el niño rubio empujando a su prima.

- ¡Fue genial! Se cayó al estanque y tuvimos que ir a buscarlo. - Informo la niña que sonreía con un agujero en dónde debía estar uno de sus incisivos superiores. - Y yo gane la carrera.

- Hiciste trampa. - Recriminó Draco.

- Claro que no.

- Claro que sí.

- Que no.

- Que sí.

- no.

- si

- no

- si

- ¡Sí!

- ¡No!

- ¡Ja, gané! - Celebro la niña mostrándole la lengua a su primo.

- Cuando tenga mi varita y sea un gran mago, tu no me volverás a ganar. - Aseguró el niño cruzándose de brazos.

- Te arrodillaras ante mi, Draco. - Aseguro la niña con una sonrisa burlona.

- ¡Solo si me alcanzas, tonta! - Exclamó el rubio antes de salir corriendo por el extenso jardín.

- Alcanzalo, princesa. - Le dijo Narcissa tomando el diente de la mano de la niña. Keyla le sonrió y empezó a perseguir a su primo.

- ¡Vuelve aquí, Malfoy!

Narcissa sonrió cuando vio que los dos niños no tardaron en empezar una nueva competencia para saber quién soportaba más saltando en un pie alrededor del jardín.

No podía imaginar a su hijo siendo tan feliz sin su prima y viceversa. No eran hermanos, pero se querían como si lo fueran, peleaban como si lo fueron y competían como si lo fueran.

No dudaba que cuando crecieran, ambos compitan por quién vuela más rápido o por quién lanza el hechizo más potente. Tampoco dudaba que seguirían siendo tan unidos en el futuro.

A veces soñaba con el futuro de sus hijos, tanto Draco como Keyla eran brillantes, y Lucius ya estaba completamente seguro de que los había convencido para estar en Slytherin cuando llegaran a Hogwarts en unos años.

Keyla y Draco Malfoy, los mejores Aurores de su generación, graduados con honores y probablemente extremadamente hermosos. De eso último se encargaba su genética.

Cuando convenció a su esposo de ser los tutores legales de Keyla, con permiso de su padrino, ninguno pensó que se llegarían a encariñar tanto con esa niña.

Tanto para pensar en adoptarla y hacerla una Malfoy legalmente.

Los vio jugando cerca del estanque nuevamente y con un poco de miedo de que volvieran a ella con menos dientes, se levantó de su asiento y camino hasta ellos.

- Alto. - Ordenó y de inmediato los dos niños se quedaron congelados, antes de separarse y fingir que no se querían tirar al agua. - Ya tienen la edad suficiente para empezar a aprender algunos hechizos.

- ¿Nos enseñarás hechizos? - Preguntó su hijo y el niño tomo de los hombros a su prima.

- Algo parecido, recuerden que los mejores hechizos son los que no se dicen. - Narcissa saco su varita de su túnica celeste y apuntó el estanque. - Así nadie podrá defenderse de ustedes. - La rubia les sonrió y les hizo una señal para que cada uno se parará a su lado. - Tomen una de esas ramas y hagan lo que yo. - Los niños tomaron unas pequeñas ramas que estaban alrededor del estanque y miraron a su madre. - Espalda recta, hombros atrás. - Los dos la imitaron, solo que exageraban un poco con sus movimientos. - Los hechizos de agua son la fortaleza de su madre, también suya, recuerdenlo. Ahora, muevan un poco su muñeca, apunten hacia el agua y levanten la varita lentamente.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora