Demons

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Keyla se acercó con pereza hasta el pensadero, era su tercera sesión con Dumbledore y Harry, y no pudo haber empezado peor.

No es un secreto para nadie que Harry cree que puede confiarle todo a Dumbledore. Cometió el error de contarle sobre Snape y Draco, el hombre no reacciono como Harry lo hubiera esperado.

En resumen, no le importaba, o eso parecía. Parecía una de las discusiones ocasionales que tienen sus amigos, en donde la indiferencia podía causar un gran desastre y ella estaba en medio.

Supo que hablar de Snape frente a Harry o Dumbledore, no llegaría a ningún lado. Ella no compartía el punto de vista de ninguno y no quería perder su tiempo en esa discusión.

O más bien es que ese día se despertó sin ánimos de hacer nada y solo quiere quedarse en su habitación mirando el techo y preguntando por qué no podía ser normal.

- ¿Tú deseas decir algo, Keyla? Has tenido que escuchar un discusión que no te pertenece y quisiera escuchar lo que sea que quieras decir. - Habló Dumbledore recuperando su tono de amabilidad infinita, pero Keyla no estaba para aceptar amabilidad en ese momento.

- Quiero ver el recuerdo e ir a dormir. - Respondió Keyla de mala gana jugando con sus uñas.

Harry no dijo nada ante el tono de molestia de Keyla, aunque ganas no le faltaron de irritarla más. Solo no dijeron nada más mientras Dumbledore repasaba lo que habían pasado con la vida de Tom y preparaba todo para ir al siguiente recuerdo.

De nuevo, Keyla fue la primera en caer en el recuerdo. Levantó la cabeza lentamente en un esfuerzo por reconocer la casa de los Gaunt, ahora mucho más sucia. Había un hombre con tanto pelo y barba que era imposible ver sus ojos, estaba sentado junto a la chimenea con una vela a sus pies.

Keyla estaba segura de que si algún día vivía en una casa parecida a esa, se golpearía a si misma por no ser capaz de limpiar ni una miserable mesa.

La repugnancia que sentía Keyla era tan grande que estaba segura de que vomitaria solo por dar un paso más dentro de la casa. Claro que eso no fue un problema, la puerta sonó y se abrió de golpe. El hombre levantó su varita y un cuchillo, Keyla casi se desmaya al verlo a él.

Inconscientemente dió unos pasos para acercarse al invitado inesperado. Era Tom de adolescente, y aunque Harry trato de tomar la mano de Keyla, ella solo se alejo mirando fijamente al chico.

Entendía porque cuando tenía doce se enamoro de él, de cerca era incluso más atractivo, lastima que ahora se parece más a una serpiente aplastada. Si hubiera mantenido su físico, todo sería diferente, al menos para ella.

Era estúpido e interesado pensar así, pero debía aceptar, que hombres así no se veían todo el tiempo. Dumbledore miro a Keyla algo preocupado por su repentino interés en Tom Riddle, ya que no era la clase de interés que él necesitaba.

- ¡TÚ! - gritó - ¡TÚ! - el hombre se acercó ebrio hacia Riddle, varita y cuchillo en mano.

- Frena.-

Riddle habló en Pársel. El hombre se deslizó hacia la mesa, mandando algunos de los mohosos recipientes a que dieran contra el piso.

Miró sorprendido a Riddle. Hubo un largo silencio en el que se contemplaron el uno al otro. El hombre rompió el silencio.

- ¿Lo hablas?

- Sí, lo hablo.- dijo Riddle. Se adentró en el cuarto, permitiendo a la puerta cerrarse detrás de él. Keyla se asusto un poco cuando sonrió por esa falta de miedo que demostraba, borró su sonrisa pero seguía a Tom con la mirada.

¡Sangre Sucia!.... No me dejes (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora