Presión Y Calma

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NARRA ENDER

Regresé a casa después del entrenamiento de hoy con Estela. Al parecer ese libro tenía mucha razón ya que ella estaba aprendiendo mucho mejor que yo y mucho más rápido.

Me sobresalté al ver una silueta moviéndose dentro de la cocina, casi había olvidado que había venido conmigo. Me sorprendió que hubiera querido salir de su habitación, aunque quizá haya sido porque no me esperaba.

—Parece que Estela está aprendiendo rápido, sin embargo creo que no será suficiente. 

Comentó sin mirarme mientras parecía estar preparando algo. 

—¿De qué hablas?, ¿tú qué vas a saber? 

Dije molesto, él rió leve antes de responder. 

—¿Se te olvida que yo ya pasé por esto? 

Preguntó sintiéndose superior, crucé los brazos molesto. 

—Ese es tu problema, crees saberlo todo pero no es así. Ni siquiera sabías la verdadera historia de los endermans. 

Dije intentando molestarlo, pero me sorprendió lo tranquilo que se encontraba. 

—No puedes culparme, habían pasado muchos años y la historia la fueron modificando. En cambio sé lo que hablo ahora, lo he vivido en carne propia. 

Respondió, crucé los brazos a la vez que le dirigía una mirada molesta. 

—Pero claro, lo entiendo. Sufres de lo mismo que yo, “crees saberlo todo”. 

Comentó mientras caminaba de regreso a su habitación. No supe qué responderle, en especial porque lo primero que había dicho me había puesto nervioso. 

¿Cuánto tiempo llevábamos aquí? ¿Cuánto tiempo más necesitaría Estela que la ayudara? 

Con esa nueva incertidumbre en mi cabeza salí para buscar a Estela. Llamé a su puerta, ella abrió un poco sorprendida al ver que se trataba de mí. 

—¿Ha sucedido algo?

Preguntó, negué con la cabeza.

—Creo que podemos trabajar más tiempo, estás aprendiendo rápido y así terminaremos antes. 

Dije, ella sonrió entre nerviosa y apenada. 

—Hago lo mejor que puedo, pero también me agoto mucho. Sé que quieres ir para estar con tu nueva familia, pero no sé si podría trabajar más horas. 

Respondió, suspiré algo molesto, no con ella pero sí con la situación. 

—Pero, podrías enseñarme lo más posible y luego irte. Quizá el libro me vaya ayudando a descubrir todo lo demás. 

Propuso, lo pensé un poco. Miré hacía mi casa, mi padre había tenido que aprender por sí sólo todo sobre su poder así que pensé que quizá ella también podría hacerlo. 

—Está bien, gracias. 

Dije a modo de despedida para ir de regreso a mi casa, ella no respondió nada. 

Pensaba en qué tanto podía saber mi padre, esperaba que no lo suficiente como para tener razón al decir que no llegaría a tiempo. En verdad quería estar ahí, quería demostrar a Cuppa que siempre estaré ahí para apoyarla, demostrarle a los demás que lo que dicen de mí no es verdad. 

Al igual que mi padre fui a mi habitación, después de todo no había nada más para hacer. Estando ahí me recosté en mi cama mirando al techo intentando convencerme de que todo saldría bien. 

Aún no podía creer del todo que estaba a punto de ser padre, ni siquiera me lo había planteado antes, sólo pensaba en cómo manejar mi vida y cómo hacer para no seguir el plan de vida que mi padre tenía para mí. 

Lo que más me tenía incrédulo era el hecho de que tendría un hijo con Cuppa, con la chica que al momento de verla por primera vez había jurado que me mantendría alejado, pues aquellas pesadillas me hacían creer que ella sería un peligro para el refugio. 

Al principio creí que mentía sobre no saber su habilidad para ganarse nuestra confianza y que no la echaran del refugio, pues ya había escuchado sobre ellos; expertos en camuflaje, silenciosos, explosivos, destructores. Esto último era lo que más me hacía pensar que no podíamos congeniar, pues nuestra especie construye y la de ella destruye. 

Pero a pesar de eso había algo más, algo que me intrigaba y me atraía, quizá su aspecto inofensivo, su ternura o lo adorable que lucía, nunca supe con certeza que era. Y fue cuando conocí su entusiasmo, su determinación y su valor que ya no pude negar que algo sentía por ella. 

El conocerla más fue haciendo que poco a poco fuera pensando más en ella sin poder evitarlo. Verla siempre tan amable, queriendo ser amiga de todos, siempre queriendo ayudar a los demás aún si ella no veía un beneficio o incluso arriesgando su seguridad y comodidad. 

Saber de su amistad verdadera, su apoyo desinteresado y el no querer afectar a nadie fue lo que más me cautivo ya que yo sólo había visto el amor interesado o por conveniencia, el hambre de poder y el egoísmo. 

Ella posee mucho valor sin saberlo y eso es lo que me hizo sentir que necesitaba a alguien que le hiciera saber todo lo que ella es y que desconoce, y yo me sentí con esa responsabilidad. 

Y ahora no sólo tenía esa responsabilidad, sino también la de protegerla siempre, a ella y a nuestro hijo. No iba a permitir que nadie les hiciera daño. 

Jamás hubiera pensado en sentirme de esta manera con la chica que creía sólo traería problemas no sólo a mi vida, sino a todo el refugio. Ahora no podía pensar en un futuro sin ella, mucho menos en olvidarla y no podía imaginar cómo sería mi vida sin haberla conocido. 

Ahora sabía que mi vida era a su lado, que sin ella no podía vivir, sólo existir. Seguro que ella tampoco se imagina el valor que tiene para mí, lo importante que es y la necesidad que siento de tenerla cerca, de saber que está bien, de lo afortunado que me siento de saberla mía. 

Quizá estaba siendo demasiado posesivo y egoísta, pero no iba a dejar ir lo único que le ha podido traer felicidad y un sentido verdadero a mi vida. Mucho más ahora que esperábamos a un pequeño o una pequeña, fruto de ese amor tan grande. 

Pensar en ella me traía calma, esperanzado en que todo saldría bien y que estaría a tiempo de regreso con ella me quedé dormido, pues aunque Estela dijera que no podía trabajar más tiempo yo intentaría aprovechar el mayor tiempo posible. 

Vida En Un Mundo LocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora