Vida En Un Mundo Loco

Anhelando El Pasado

NARRA SKELETON 

Los enderman habían terminado las casa suficientes para que descansaramos por un par de días hasta tener el refugio totalmente reconstruido. Por algún motivo todos tenían la opción de elegir dónde dormir y con quién excepto nosotros los arqueos quienes teníamos que dormir todos en una misma construcción. 

Entré molesto a la construcción asignada para nosotros, los hermanos me miraron curiosos pero sin decir nada hasta que me vieron revisando debajo de las camas. 

—¿Perdiste algo? 

Preguntó Nilsa acercándose a mí, la miré y miré hacia los otros cuatro. Eran los únicos que estaban en la construcción en ese momento. 

—¿Dónde están nuestros arcos? 

Pregunté, Nilsa se encogió de hombros pero antes de responder Skellen ingresó a la construcción. 

—¿Qué sucede? ¿Qué haces en el suelo? 

Preguntó al verme, quizá pensó que algo malo sucedía. 

—¿También estarás aquí? 

Pregunté sorprendido, ella asintió. 

—Dijeron que todos los arqueros debíamos estar aquí, ¿por qué sería diferente para mí?

Preguntó, me levanté y crucé los brazos molesto. 

—Por muchas razones. 

Dije pensando en que obviamente Marcus intentaría estar cerca de ella, o que ella llevaba más tiempo en el refugio que todos los demás. 

—Como sea, ¿dónde están los arcos? 

Pregunté, Skellen se sentó sobre una cama que supuse era donde planeaba dormir. 

—Mindy los tiene, por seguridad. No los podemos tener a menos que sea necesario. 

Respondió, rodé los ojos. 

—Pues es necesario ahora. Además, ¿para qué nos los quitaron? 

Me quejé molesto, Gerd negó con la cabeza.

—Es obvio, no confían en nosotros. Por eso nos pusieron a todos juntos. 

Respondió. 

—¿Samara y Zarah también estarán aquí? 

Pregunté, los hermanos asintieron pero Skellen se levantó y me dio un golpe en la cabeza. 

—¿Qué parte de “todos los arqueros” no entiendes? Además, ¿por qué es tan necesario tu arco ahora? 

Preguntó. Me tallé el golpe mientras la miraba aún molesto.

—Tengo que darle una lección a ese engreído “Carlos”, no se saldrá con la suya tan fácil. 

Respondí, Nilsa rió divertida. 

—¿Estás celoso porque está pasando mucho tiempo con Samara? Gerda siempre dijo que algún día estarían juntos. 

Comentó soñadora, negué con la cabeza aún molesto. 

—Es mi amiga, jamás la veré de otra manera. Además, eso no me importa, pero el muy tonto arruinó el estado de Cooper, lo obligaré a que repare el daño. 

Dije muy seguro, Skellen me miró sorprendida. 

—¿Cooper? ¿Qué sucede con él? 

Preguntó, los hermanos me miraron pero su rostro sólo mostraba confusión por no estar al tanto del tema. 

—Ahora cree que es un niño pequeño, que aún vive con sus padres. Cree que Cuppa es su madre. 

Expliqué, Skellen se sorprendió con la respuesta pero antes de decir algo entraron Zarah y Samara a la habitación. 

—Espero que no estén discutiendo porque tendremos que pasar algo de tiempo juntos. 

Comentó Zarah cerrando la puerta, Samara me sonrió cuando la miré. 

—Tengo que salir. 

Dije caminando hacia la puerta, pero Zarah negó. 

—Me dejaron a cargo de todos ustedes y el sol está a punto de salir. Nadie saldrá hasta el anochecer. 

Respondió con calma, Samara asintió. 

—Además debemos descansar, ha sido un día largo y los demás días seguirán siendo así de pesados. 

Comentó, crucé los brazos molesto. Zarah no dejó que dijera nada más del tema de salir o buscar nuestras armas, nos asignó una cama a cada uno de manera que no pudiera haber peleas por enemistad. 

—No sabía que todos en este sitio fueran tan maravillosos, ahora entiendo porque te quedaste.

Comentó Samara en voz baja para no despertar a los que ya dormían. Zarah nos había acomodado en camas cercanas. 

—No son maravillosos, además, no te acostumbres. Yo mismo te llevaré a ti y a los hermanos a la aldea en cuanto todo esté en orden. 

Dije, ella me miró con una expresión de sorpresa y tristeza. 

—¿De qué hablas? ¿Qué pasa si yo no me quiero ir? 

Preguntó, suspiré intentando no gritarle por mi mal humor. 

—¿Acaso no ves cómo nos tratan? Nadie nos quiere en este sitio, no confían en nosotros. 

Dije, ella lo pensó un poco. 

—¿Estás protegiéndome? 

Preguntó, me encogí de hombros. 

—Este no es nuestro sitio, eso es todo. 

Dije, ella me miró con cierto brillo en sus ojos. 

—¿Nuestro sitio? 

Preguntó, asentí con la cabeza pero antes de responder ella se levantó y corrió a abrazarme. 

—Sabía que algún día aceptarías lo que siento. 

Dijo emocionada, sólo entonces comprendí porque preguntaba tanto y porque me miraba de manera tan extraña. 

—No, no entiendes. No hablaba de eso. 

Dije intentando quitar sus brazos de alrededor mío. Ella no entendía y pensaba ser más directo sin pensar en si la lastimaría, pero Zarah ya había despertado.

—Samara, regresa a tu cama. Y Skeleton, duerme de una vez. 

Ordenó pero de manera calmada. Samara me soltó y sonrió asintiendo hacia Zarah. 

—Descansa. 

Dijo antes de darme un beso en la mejilla e irse a su cama, bufé molesto y Zarah negó con la cabeza. 

—No juegues con ella, sus sentimientos son reales. 

Dijo, como no respondí nada se fue a dormir. Miré a todos, parecían estar durmiendo tranquilamente. ¿Acaso era el único con problemas? 

Miré hacia Zarah y hacia Samara. ¿En qué momento se habían complicado tanto las cosas? ¿Por qué no podía ser todo como cuando Samara y yo peleábamos por el arco de práctica para niños y Zarah nos calmaba contándonos alguna de sus historias? 

En aquellos tiempos los problemas más grandes eran tener que soportar los regaños de los padres, obedecer e intentar ganar en todos los juegos con los amigos. Nada de guerras, muertes, discusiones, dilemas. 

Miré de nuevo hacia mis amigas de la infancia, hacían ver todo tan fácil, como si todos los días fueran buenos, como si sonreír fuera tan fácil. Pero ya había decidido, una vez que no tuviéramos que ayudar en este sitio con vencería a Zarah de llevar a los hermanos y a Samara de regreso a la aldea, luego regresaría tranquilamente a mi vida de exploración donde el problema más grande era cuando se me acababan las flechas o no encontraba un sitio cálido para dormir. 

Recordando mis días de aventuras, viajes y cacerías me quedé profundamente dormido casi sin darme cuenta.