Rompiendo La Ilusión

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NARRA STEVENS 

Elizabeth caminaba por delante con su habitual estado de ánimo mientras yo la seguía arrastrando los pies sin muchos ánimos de acompañarla. Había pasado a buscarme a casa y al contarle a Cooper sus planes me forzó a acompañarla, ahora sólo podía intentar pensar en alguna excusa para poder regresar a casa. 

Todavía recordaba una de las tantas conversaciones que hemos tenido, no entiendo, si tuviera razón con todo lo que me ha dicho ya hubiera olvidado a Cuppa. Recordé una de las conversaciones en específico donde ella me preguntó sobre cómo fue que llegué aquí, como fui recibido y porque comencé a ver a Cuppa de aquella manera. 

Como siempre repitió que no era más que una ilusión aquella imagen que tenía sobre Cuppa, lo intentó demostrar preguntando cosas que no pude responder; 

¿La comida favorita de Cuppa? Cómo quiere que lo sepa si la he visto comer de todo

¿Cuáles son sus actividades favoritas? Pasar tiempo con sus amigos, ayudar a los demás, aunque creo que eso lo hacen casi todos en este sitio. 

¿Qué es lo que más odia? ¿Acaso ella odia algo?, creo que es demasiado buena como para odiar algo o a alguien. 

¿Qué es lo peor que le ha pasado? Yo pienso que tener que vivir con Ender. 

Aún así ninguna de mis respuesta le complació, ni tampoco a mí, pero no iba a aceptar ante Elizabeth que no conocía lo suficiente a Cuppa. También preguntó sobre porqué Ender, quien parecía ser serio con todos, parecía que mi presencia le molestaba. 

Le conté sobre que solía pensar que era un príncipe mimado a quien nada le faltaba, que además tenía una actitud de creer merecerlo todo. Eso y que además parecía últimamente más molesto por mi cercanía a su familia. 

Le conté con diversión sobre cómo últimamente solía pasar tiempo con el padre de Ender, Sooka y aquella chica mitad zorro y que incluso le decía abuelo al rey del End y como esto último hizo endurecer al enderman de menor edad. Creía que le causaría gracia como a mí, pero incluso terminó regañándome por actuar de manera tan infantil burlándome de esa manera, ahora quería que me disculpara, ese era uno de los motivos por el que no quería acompañarla. 

—Bueno, aquí estamos. 

Dijo alegre tomándome del brazo para subir los escalones hasta llegar frente a la puerta de aquella casa. Comencé a sentirme ansioso. 

—La visita será más divertida sin mi, creeme, yo vendré después. 

Dije riendo nervioso, ella ni siquiera pareció escucharme. Apenas llamó a la puerta esta se abrió dejando ver a la enderman de blanco cabello y expresión amable sonriendo con dulzura. 

—Temía que no fueras a llegar. 

Comentó invitándonos a pasar, miré con duda hacia Elizabeth quién sonrió encogiéndose de hombros. 

—Pase ayer a avisarles que vendría a visitarlos. Ya sabes, con un bebé en casa es mejor tener un horario de visitas. 

Comentó, no dije nada pero me sentía molesto de que hubiera ocultado esa información, yo creía que veníamos sin que ellos supieran lo que me haría más fácil una excusa para escapar. Entramos, en la sala estaba Ender sentado sobre un sofá con Cander sobre sus piernas, el más pequeño jugaba con una sonaja mientras reía divertido cada que se le resbalaba de las manos. 

Ver a Ender tan tranquilo me inquietaba aún más, pues me tomaría de sorpresa cualquier ataque que él quisiera hacer. Cuppa salió de la habitación, al vernos sonrió amable, tan radiante como siempre. 

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