Estoy Orgullosa De Ti

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NARRA NILSA 

—¡Eres una traidora! ¡Una cobarde! ¡Debí haberte tratado como a esa basura asesina! Te cuidé, te protegí y pagaste con traición. 

Gerda me gritaba furiosa, acusándome de haber cambiado de opinión en el peor momento ocasionando su muerte. Sentía las lágrimas inundando mis ojos sintiendo una punzada en mi corazón haciéndome sentir culpable. 

—No la escuches pequeña, Gerda no está en lo correcto, ella se equivocó. Yo quería que todos estuvieran juntos, que siguieran siendo la familia unida y amorosa que tanto trabajé en formar y mantener. Tú sólo querías hacer una tregua y mantener a todos unidos, estoy orgullosa de ti. 

Mi madre me hablaba con dulces palabras, miré en su dirección. Su imagen era borrosa, no podía reconocer ningún rasgo de ella, excepto porque podía ver esa gran y sincera sonrisa que llenaba de calidez mi alma. 

—¿Hacer una tregua y mantenernos a todos unidos? No sé porque te sientes orgullosa de ella si no lo hizo de esa manera. ¿Acaso alguna vez se disculpó?, ¿alguna vez intentó que los demás me aceptaran y me vieran como su hermana? Sólo es una cobarde que decidió escapar de sus problemas. 

Me acusaba Skellen mirándome de brazos cruzados. De nuevo me sentía herida pero antes de poder decir algo una risa inundó todo el lugar. 

—¿Lo ves? No has servido para nada, no importa si decides hacer el bien o el mal, siempre fracasas. Siempre fracasarás en todo, eres inútil y débil. 

Se burlaba Gerda mientras Skellen asentía con la cabeza. En la imagen borrosa de mi madre sólo podía ver como su sonrisa se había esfumado. 

Sin poder contenerme las lágrimas comenzaron a salir, sólo quería explicarles a las tres que mis intenciones no eran malas, disculparme por fallar en todo pero el sentimiento alojado en mi garganta me impedía hablar. Ellas me miraban llorar mientras una pequeña expresión de satisfacción se iba formando en sus rostros. 

La risa de Gerda comenzó a sonar más lejana, sus siluetas se iban comenzando a esfumar poco a poco dejando sólo oscuridad. Me desperté sobresaltada, sintiendo un vacío y un sentimiento de culpabilidad dentro de mí. 

Salí de la cama para cambiarme la ropa de dormir y para secarme el rostro empapado por las lágrimas a causa de aquellas pesadillas. Últimamente sólo tenía sueños de ese tipo, comenzaba a creer que en verdad había decepcionado a mis dos hermanas y a mi madre y tenía miedo de terminar decepcionando a mis demás hermanos también. 

Después de arreglar mi cabello, limpiar mi rostro y ponerme mi ropa normal respiré profundo y sonreí fingiendo estar bien. Nunca dejaría que mis hermanos se enteraran de esto, no quería causar problemas o ser una carga. 

Salí de mi habitación sorprendiéndome al ver a todos en el comedor, normalmente yo era la primera en despertar. Gunilda reía ruidosamente y Gerd negaba con la cabeza mientras Einar parecía estarse burlando de Alix ya que la tenía abrazada por los hombros mientras le susurraba algo. 

—¿Qué están haciendo? ¿Por qué están todos aquí tan temprano? 

Pregunté acercándome, todos se quedaron callados dirigiendo sus miradas a todos lados menos a mí. Al darse cuenta que todos habían utilizado la misma técnica comenzaron a intercambiar miradas nerviosas. 

—Ah, nada, sólo que hoy teníamos mucha hambre. Ya comimos, pero aún tenemos hambre.

Respondió Gunilda colocando una mano sobre su estómago, Ivar asintió. 

—¿Y por qué no comen más? 

Pregunté no encontrando el motivo por el que se estaban comportando así. 

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