El Amor Es Dejar Ir

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NARRA STEVENS 

Estaba recostado en el sofá de la sala con la mirada perdida en el techo. Enderson había dicho que iría a prepararle algo de comer a Charlotte, le estaba muy agradecido por lo mucho que cuidó de todos. 

Cooper dijo que iría con Pancho a ver a Cuppa y luego alcanzaría a Enderson porque quería ver a Charlotte y platicar con ella. Me pidió que también fuera para que comiéramos todos juntos, pero mentí diciéndole que lo pensaría. 

Skeleton tampoco estaba, había salido apenas no hubo luz de sol para reunirse con aquella chica de cabello rosa, dijo que la estaba ayudando con algunas cosas. Me sentía de lo más sólo y aburrido aquí dentro pero tampoco quería salir, todos afuera no sabían más que hablar sobre el embarazo de Cuppa. 

Tomé mi libro, ahora tenía un hoyo que atravesaba todas las páginas, no lo había revisado desde aquel día. Revisé hoja por hoja desde el principio, en las narraciones de los pocos lugares que había visitado o de mis días “más interesantes” sólo se perdían pequeños detalles, quizá si me interesaran más podría transcribirlos, pero comparado con las aventuras que todos aquí habían vivido o sus historias nadie querría leer sobre mi. 

La última narración que escribí fue sobre el día que conocí a Cuppa, de ahí todo lo demás eran dibujos del refugio y de los que ahora me gustaba considerar mis amigos. Me causó gracia donde quedaban algunos de los agujeros; en un dibujo de Skeleton el agujero había hecho desaparecer su nariz, otro era de Cooper donde sostenía una flor que el agujero había hecho desaparecer, en uno donde dibujé a Ender con su mal humor el agujero quedó en su pecho, no pude más que pensar que era muy acertado pues no creía que él pudiera tener corazón y sentimientos. 

Seguí pasando dibujos, más de la mitad eran de Cuppa y en casi todos el agujero quedaba en su rostro, creía que era una señal de que debía olvidarla. Pero llegué a uno de mis favoritos donde había logrado plasmar a la perfección la belleza y bondad de su sonrisa, en ese dibujo el agujero no estaba en su rostro, estaba en mí. 

Aquel era uno de los dibujos que esperaba que nadie viera, pues era uno de mis pensamientos más profundos. En él me había dibujado a su lado, como si ella sonriera para mí, como si ambos compartieramos el mismo sentimiento. 

Molesto, pero no por perder mi libro sino por haberla perdido a ella sin siquiera haberla tenido, lancé el mismo contra la pared justo cuando Skeleton entraba a la casa. Cerró la puerta y rió divertido levantando mi libro sosteniéndolo en alto. 

—¿No me digas que estás haciendo berrinche porque Pancho lo decoró a su modo? 

Se burló, lo miré molesto. 

—No lo necesito, Pancho me hizo un favor. 

Dije molesto cerrando los ojos dándole a entender que no quería seguir con el tema. 

—Ah, ¿en serio? Entonces supongo que puedo quedarmelo, ¿no? 

Dijo, no le respondí nada, ni siquiera lo miré. Pasaron largos minutos en los que no se escuchaba ruido alguno hasta que su risa molesta me hizo mirar hacia él, curioso por lo que le hacía reír. 

Estaba pasando las páginas silenciosamente, ya casi había visto todo lo que este contenía. 

—¡Oye! Eso es invadir la privacidad de los demás. 

Me quejé levantándome dispuesto a arrebatarle el libro, él negó con la cabeza ocultándolo tras él. 

—Dijiste que ya no lo querías, ahora es mío. Además, ahora entiendo porque no querías que nadie lo viera, que vergonzoso. 

Vida En Un Mundo LocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora