Vida En Un Mundo Loco

Resfriados

NARRA ENDERSON

Estaba en la cocina preparando el desayuno, no había ruido alguno en toda la casa por lo que pensé que tanto Cooper como Stevens estaban dormidos, fue hasta que comenzaron a escucharse un par de estornudos que supe que alguno ya se había despertado. La puerta de la habitación de Stevens se abrió, el chico salió tallando sus ojos a la vez que sorbía con la nariz.

—Buenos día… ¡Achu!... Enders… ¡Achu!

Intentó saludar, negué con la cabeza. 

—Sabían que no debían nadar cuando el clima estaba a baja temperatura. ¿Por qué no te abrigas más?

Pregunté observando que llevaba su vestimenta habitual, sin llevar un suéter o algo más abrigador. Él negó con la cabeza.

—No, en realidad no tengo frió. Estaré bien después de tomar algo caliente.

Respondió, lo miré esperando que riera por la broma, pero no fue así.

—¿Algo caliente? ¿Esa es tu manera de curarte? Prepararé un poco de poción para la salud, ¿por qué no vas a ver si Cooper también está resfriado?

Mencioné, él asintió. Seguí preparando las cosas en la cocina hasta que un estruendoso estornudo sonó cerca.

Stevens había vuelto desde quien sabe cuanto tiempo y estaba recargado en la entrada a la cocina, había estado observando en silencio hasta que se delató.

—¿Qué sucede? ¿Dónde está Cooper?

Pregunté, él limpió su nariz con un pañuelo antes de responder.

—Está bien, está en su cuarto. Está tan dormido que no quise despertarlo, pero está bien, me aseguré de ello.

Respondió, asentí con la cabeza confiando en sus palabras. 

—¿Cómo es que sabes hacer pócimas? 

Preguntó, negué con la cabeza.

—De hecho esta es la única que conozco porque en algún momento lo leí en algún libro. 

Respondí entregando una taza de té caliente en la que iba incluida la poción. Elizabeth entró justo cuando él hacía una extraña mueca después de tomar un sorbo del té.

—¿Qué sucede?, ¿qué es eso?

Había entrado con su habitual sonrisa y buen humor, pero al ver a Stevens hacer esa mueca se preocupó enseguida. Quiso saber que bebía a la vez que señalaba la humeante taza.

—No es tan malo, sólo es té.

Dije para Stevens, él tragó el sorbo que había estado manteniendo para después jalar aire.

—Podías haber mencionado que estaba demasiado caliente.

Se quejó, Elizabeth rió.

—Querías tomar algo caliente, ¿no?

Respondí, él me miró entre ojos mientras soplaba al contenido de la taza.

—¿Vienes a desayunar con nosotros?

Pregunté, ella negó con la cabeza.

—Ya he comido algo, en realidad venía a pedir un poco de ayuda en la construcción de mi casa. 

Explicó, miré hacia Stevens.

—Bueno, él está algo resfriado y probablemente Cooper también…

Comencé pero Stevens negó con la cabeza.

—Te dije que él duerme tranquilamente, y yo ya me siento mejor, quisiera decir lo mismo de mi lengua. Te ayudaré, no hay problema.

Dijo amable, ella asintió agradecida. Él comenzó a caminar hacia la puerta, ambos lo miramos extrañados.

—¿No vas a desayunar primero?

Pregunté, se giró de nuevo hacia nosotros negando con la cabeza.

—No, no tengo hambre y además no podré saborear la comida. Regresaré cuando pueda comer algo.

Dijo, asentí con la cabeza. Elizabeth se despidió con una sonrisa antes de ir tras él.

Terminé de preparar la comida y esperé cerca de una hora, pero Cooper no salía de su habitación. Stevens decía que estaba profundamente dormido, pero consideraba que ya había pasado mucho tiempo y debía comer algo.

Entré a la habitación, Stevens no mentía, pero me parecía extraño que el chico que se caracterizaba por tener demasiada energía estuviera durmiendo tanto. Me senté en la orilla de la cama bajando un poco las cobijas para poder ver su rostro ya que estaba tapado de pies a cabeza.

Su frente estaba perlada en sudor, lo sequé con un pañuelo de tela para poder sentir su frente y mejillas con el reverso de mi mano. Me alarmé, su rostro estaba muy cálido, pero no a una temperatura normal. 

Salí de la habitación para preparar un poco de té con pócima de salud como con Stevens, seguro que lo ayudaría. Regresé, volví a sentarme en la orilla de la cama y, dejando la taza sobre una mesita que había al lado de la cama, lo moví un poco intentando despertarlo.

—Cooper, te traje un té, te hará sentir mejor.

Dije, él pujó molesto y apretó los ojos a la vez que se intentaba volver a envolver en las cobijas.

—Enano, no podrás salir a jugar con Pancho ni podrás visitar a Cander si estás enfermo.

Dije intentando convencerlo de que por lo menos se sentara sobre la cama. Él negó con la cabeza sin abrir los ojos.

—No estoy enfermo, sólo tengo mucho sueño y frío. Sólo quiero dormir un poco más.

Respondió, negué con la cabeza.

Recordando mi amenaza recién hecha miré a todos lados.

—¿Dónde está Pancho?

Pregunté, antes de obtener una respuesta vi un bulto comenzando a moverse bajo las cobijas.

—Cooper, Pancho no está lo suficientemente limpio como para que lo tengas bajo las cobijas.

Regañé, él abrió los ojos y me miró de manera triste.

—Él me ayuda a mantener el calor, no le digas que se aleje de mí. 

Pidió, suspiré negando con la cabeza. Señalé la taza humeante sobre la mesita.

—Te dejaré dormir un poco más y dejaré a Pancho contigo si te tomas el té. 

Dije, él apenas y movió la cabeza indicando que estaba de acuerdo. Bajó las cobijas hasta su cintura, lo ayudé a sentarse ya que parecía que le dolía un poco el cuerpo.

Me cambié de lugar a manera que él pudiera apoyarse en mi brazo para mantenerse sentado. Le entregué la taza advirtiéndole que estaba caliente, que lo bebiera con precaución. 

Sin responder nada y a pequeños sorbos fue terminándose el contenido de la taza, mientras bebía observé cómo su piel estaba erizada a causa de su temperatura.Esperaba que el té con la poción le ayudara, sino debería ir a buscar a Cinthya.

Me entregó la taza apenas medio sonriendo. 

—Gracias, eres un gran amigo. 

Dijo, asentí ayudándolo a recostarse de nuevo, lo dejaría descansar un poco y después le ofrecería de comer. Salí de la habitación sintiéndome algo desanimado, sé que sólo intentaba ser amable pero aquellas palabras por algún motivo me habían herido.