Vida En Un Mundo Loco

Rabieta

NARRA ENDERSON 

—¡¿Cómo puedes pedirme que me calme?! ¿Crees que nunca me iba a dar cuenta? 

Gritaba un Stevens furioso lanzando todo lo que tenía a su alcance. Logré esquivar los trastes que lanzaba por los aires. 

—De todas maneras no cambian las cosas si él está o no. Puedes irte al igual que él, nadie te detiene. 

Dije esperando que se calmara. En realidad ni siquiera estaba seguro de porqué estaba molesto. 

—Claro que no, él se fue y todos saben que es porque va a explorar. Si yo me voy me acusarán de cobarde. 

Gruñó molesto saliendo de la cocina buscando más cosas para lanzar. 

—¿Por qué dirían tal cosa? Todos saben que no eres un cobarde. 

Intenté tranquilizarlo, él negó con la cabeza. 

—Todos aquí me juzgan, en especial los de tu especie. 

Declaró señalándome con una cuchara antes de lanzarla directo hacia mí, de nuevo logré esquivarla.

—¿Y crees que si te vas eso se detendrá? Aún si te hubieras ido con Skeleton, sería lo mismo. 

Dije, él me miró furioso comenzando a lanzar cosas más grandes como las sillas o cuadros que decoraban la pared. Lograba esquivar todos los ataques con facilidad moviéndome a diferentes lugares de la casa. Él lanzaba las cosas que terminan estrellándose contra la pared, la mayoría terminaban en pedazos. 

Él tomó la última silla en pie y me miró furioso.

—Si no me hubieran ido a “agradecer” jamás hubiera pensado que podría confiar en ustedes, que podrían ser mis amigos. Hubiera olvidado a Cuppa antes de sentir mucho más. ¡TODO ES TU CULPA! 

Gritó con resentimiento levantando la silla en el aire. 

—¡SI NO QUISIERAS SER EL BUENO SIEMPRE NO ESTARÍA AQUÍ! ¡ME HUBIERA AHORRADO MUCHOS PROBLEMAS! 

Gritó a la vez que lanzaba la silla directo hacia mí, me moví a un lado evitando el impacto pero justo en ese momento la puerta se abrió. El rostro alegre de aquel chico cambió enseguida a uno asustado. 

En un intento de protegerse cubrió su cabeza con ambos brazos en lugar de volver a cerrar o salir, tuve que teletransportarme frente a él recibiendo el ataque en su lugar. 

La silla impactó en mi estómago haciéndome perder el aire, caí de rodillas sintiendo que todo daba vueltas. 

—Pero que idiota… lo siento… deja de llorar y ayúdame… 

Escuchaba la voz de Stevens como si estuviera demasiado lejos, cada vez se iba perdiendo más el sonido. Cerré los ojos dejándome abrazar por la oscuridad y el silencio.

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Abrí los ojos sintiéndome aún un poco mareado, por no mencionar el intenso dolor que sentía en el abdomen. Era como si alguien me hubiera partido en dos y luego me hubiera vuelto a unir. 

Miré alrededor acostumbrándome a la claridad del lugar, al parecer estaba recostado sobre el sofá de la sala. Iba a levantarme pero al incorporarme un poco vi a Pancho sobre mí, mirándome fijamente. 

No le tomé importancia, igual quería levantarme pero entonces el ave se acurrucó a la vez que cacareaba como si estuviera dando una orden. 

—Estoy bien, déjame levantarme.