Tercer parte de; "Una Vida Pixeleada", "Sobreviviendo en un loco mundo" y "Pixeles Sobrevivientes".
Todo vuelve a la calma después de una larga lucha contra monstruos y poderosos enemigos, ahora nuestros amigos se disponen a reconstruir su hogar y r...
Estaba terminando de ordenar la casa para ir a dormir. Stevens ya tenía rato de haber ido a su habitación y Cooper estaba con Pancho descansando sobre el sofá.
Terminé mis actividades y me acerqué al par que jugaba en silencio.
—Iré a dormir, ¿Quieres que te lleve a tu habitación?
Pregunté, él negó con la cabeza sin mirarme, estaba más entretenido jugando con una de las alas del ave.
—No, yo puedo ir solo. Iré pronto.
Respondió, asentí con la cabeza.
—Entonces buenas noches.
Dije yendo a mi habitación, de nuevo no obtuve respuesta. Me cambié de ropa por una más cómoda para descansar mejor.
En ningún momento escuche pasos o la puerta de la habitación de Cooper, pero él siempre ha sido muy silencioso al moverse así que pensé que ya estaría en su habitación. Sin pensarlo demasiado me metí a la cama para descansar.
No había pasado ni una hora cuando comencé a escuchar pasos cerca de mi puerta. No eran pasos normales, era como alguien que corría dando pequeños pasos pero a la vez como si con algo rasguñara el piso.
Pensando que quizá alguien se había metido a la casa me levanté, abrí la puerta encontrándome a Pancho. El emplumado amigo estaba corriendo de un lado a otro, pensé que quizá Cooper lo había dejado afuera de su habitación por accidente pero cuando abrí la habitación y entré tras Pancho me di cuenta que la habitación estaba vacía.
Pancho se subió al cojín que estaba al lado de la ventana, ese era su lugar habitual para dormir. Salí de la habitación y caminé hacia el sofá, tal como había pensado me encontré a Cooper quien dormía profundamente.
Negué con la cabeza, ¿por qué no había ido a su habitación como le había dicho? Con cuidado de no lastimarlo ni de despertarlo lo levanté en mis brazos y lo llevé a su habitación, él acurrucó su cabeza sobre mi hombro mientras suspiraba relajado.
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Al llegar al lado de su cama me incliné para dejarlo sobre esta, pero con sus brazos se aferró alrededor de mi cuello.
—No, no me dejes.
Pedía aún dormido.
—Cooper, sólo te estoy dejando en tu cama para que duermas.
Respondí en voz baja, pero no funcionó, él se seguía aferrando a mí.
—No, prometiste nunca dejarme solo. Dijiste que siempre me cuidarías.
Respondió entre sueños, pero con un semblante como si en realidad fuera una pesadilla. Intentando hacerlo sentir que estaba a salvo besé su frente, sentí que su agarre se relajaba así que volví a inclinarme sobre la cama, esta vez logré acostarlo.