Comenzar De Nuevo

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NARRA ENDERSON 

Estaba leyendo en la sala de estar esperando la hora de dormir. Últimamente Stevens no suele estar en casa y Cooper apenas y me habla así que las cosas estaban tranquilas. 

Estaba tan concentrado en mi lectura que no me di cuenta en qué momento el enano se había sentado en el sofá frente a mí. Cuando me percaté de su presencia me sobresalté, no sólo por no haberlo escuchado llegar, sino porque tenía su mirada fija en mí. 

Sus grandes ojos azules no hacían más que mirarme, apenas y se movía, creo que ni siquiera estaba parpadeando. Después de conocernos de hace algo de tiempo aún no podía acostumbrarme a su extraña manera de comportarse. 

—¿Qué sucede? ¿Sigues vivo? 

Bromeé nervioso, él apenas hizo un leve movimiento con su cabeza para asentir. Seguía sin apartar su mirada de mí. 

—¿Qué es lo que sucede? ¿Tengo algo extraño? ¿Qué es lo que miras tanto? 

Pregunté aún más nervioso, lo pensó un poco antes de responder. 

—Sólo quiero entender. 

Respondió, esperé unos segundos esperando que dijera más pero no parecía tener intenciones de explicar más. 

—¿Entender qué? 

Pregunté directamente. Su mirada se clavó directo en la mía, seria e intensa, casi como si quisiera adentrarse en mi cabeza, en mi ser. 

Quizá si no estuviera tan acostumbrado a su mirada no podría contenerme, porque aún siendo él podía sentir esa ira alimentada por la incomodidad. La misma ira que nos hacía acabar con la vida de cualquiera que se atreviera a mirarnos a los ojos. 

—Quiero entender qué es esto que siento cuando te veo. 

Respondió, lo miré sin saber si estaba hablando en serio o estaba bromeando conmigo. Él siguió mirándome y yo no sabía que decir así que cerré el libro y me levanté del sofá. 

—Creo que mejor vamos a dormir, es tarde. 

Comenté caminando hacia el cuarto. Creía que él iría a su habitación, aunque no había escuchado que se levantara del sofá, fue hasta que me tomó de la mano deteniendo mis pasos. 

—¿Qué sucede? 

Pregunté, él me miró y sonrió nervioso. 

—No lo he olvidado. Aquella vez prometiste decirme que es lo que había olvidado.

Recordó, asentí sin saber qué decirle. Supongo que estuve mucho tiempo en silencio porque él sostuvo mi mano aún con más fuerza y esta vez usando sus dos manos. 

—Por favor, lo prometiste. No quiero seguir sintiéndome así, no quiero seguir teniendo esta sensación de no ser yo, de que algo me hace falta, de que extraño algo que ya no tengo. 

Comenzó a suplicar con sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas, asentí esperando que no comenzara a llorar. 

—Está bien, volvamos a sentarnos. Te contaré todo. 

Dije señalando con la cabeza hacia la sala de estar, él asintió pero no comenzó a avanzar hasta que yo lo hice. Sin soltarme me siguió para sentarnos juntos en el sofá más largo. 

Comencé relatando desde el momento que nos conocimos y cómo al parecer desde ese entonces parecía tener problemas de memoria. Él escuchó en silencio en todo momento, en ocasiones sus ojos se llenaban de lágrimas pero siempre logró mantener la calma. 

Vida En Un Mundo LocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora