Transcurrió el tiempo lento y cruel, tanto para Tom como para Amelia, pasando más de dos meses desde la partida del inglés.
La actuación de Tom se fue en picada durante las últimas semanas de rodaje, terminó odiando la historia, hubo muchas cosas que lo molestaron, pero de todos modos intentó actuar lo mejor posible, para acabar aquella película con al menos un poco de dignidad.
Por el momento estaba en la fase de promoción de la obra de teatro, el debut oficial sería en algunas semanas, y eso lo había estado manteniendo ocupado, tratando de desviar sus pensamientos del tema "Amelia", el cual estaba prohibido de ser manoseado, tanto por sus pocos amigos, como por Stella. Le contó a sus cercanos sobre la mujer, pero no demasiado, ser reservado era un decreto para él. Sus seres queridos lo intentaron consolar, pero aquellos intentos no rindieron muchos frutos, su añoranza era la misma que había sentido desde el primer minuto en que se alejó de ella.
Amelia se encontraba sumida dentro de su rutina, de casa a trabajar, de trabajar a trotar por una hora y luego a casa otra vez. Los días libres los pasaba en su cuarto, de vez en cuando se sentía lo suficientemente animada como para salir a dar un paseo, pero no muy a menudo, ya que prefería gastar aquellos días llorando en soledad. Acudía a sus consultas médicas siempre puntual, había perdido varios kilos gracias a su esfuerzo y el doctor decía que su cuerpo parecía reflorecer día tras día, el gerente se había vuelto más flexible con ella y todo porque pensaba que Tom y ella seguían teniendo contacto, muchas veces le mandó saludos, a lo cual Amelia simplemente respondía con un "se los daré". Le había llegado el mismo paquete cada día, con el mismo contrato y carta en su interior, y como la primera vez, ella lo destruía al apenas abrirlo.
Mientras tanto, Tom tenía en todo momento su teléfono a mano, esperando la llamada de Philip, su contacto dentro del Imperial College London, el cual se encargaba de hacerle llegar el mismo sobre todos los días a la muchacha. Esperaba que el hombre se contactara con él y le dijera que por fin la mujer había enviado el contrato de vuelta con su firma en el pie de página.
Era una mañana de agosto y Amelia caminaba de vuelta a casa posterior a una larga noche de trabajo. Al llegar, lo primero que hizo fue revisar el buzón y se percató de que, por primera vez, no había una carta para ella. Extrañada sacó sus llaves y entró. Dejó sus cosas en el cuarto y se dio un baño.
Estaba preparando té cuando tocaron a su puerta.
—Hola... Faith, ¿no? —saludó extrañada la pelirroja.
—Sí, buenos días, Amelia... —dijo la chica—. Lamento molestarte, pero hace un rato saqué mi correo y por equivocación tomé una carta para ti...
Le extendió el sobre.
—Ya me extrañaba que no hubiese llegado hoy... —le recibió el paquete.
Faith no despegaba la mirada de la carta.
—Todos los días te llega el mismo sobre... —comentó—. Es muy... interesante.
Ella sonrió levemente ante la curiosidad de la mujer.
—¿Quieres compartir el té conmigo, Faith? —ofreció haciéndose a un lado para que ella entrara al cuarto.
La joven asintió emocionada y se adentró a la habitación.
—Siéntate... —ofreció Amelia.
Ella sirvió el té para ambas y como siempre dispuso sobre la mesa algo de leche, azúcar y galletas saludablemente desabridas.
—¿Puedo preguntar algo? —habló Faith.
Amelia tomó el sobre y se lo extendió.
—Estoy segura de que tus preguntas tienen que ver con esto... ábrelo, ya me sé de memoria el contenido, esta vez no será distinto...
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...