—La conjetura de Poincaré...
—¿Ese es el que sigue? —preguntó Amelia escribiendo el nombre en la pizarra.
—Sí, borra antes el otro, no quiero volver a verlo en mi vida... —murmuró Ben pasándose las manos por la cara.
Estaban en su oficina otra vez.
Había ya pasado más de dos semanas desde que emprendieron su intento de resolver un problema, pero siempre que lograban avanzar algo en alguno, y tenían la esperanza de solucionarlo, surgía algo que les impedía avanzar más allá.
—Conjetura de Poincaré... —murmuró Amelia mientras escribía—. Ya había escuchado de esta...
—La esfera cuatridimensional... sí, es imposible. —habló girándose en su silla para mirar a la muchacha—. ¡Siguiente!
—Ni siquiera lo has pensado, no puedes decir que es imposible. —reclamó ella.
—Estoy cansado... —dijo mirándola mientras sostenía su cabeza con su mano.
Se sentó sobre el escritorio de Ben mientras él cerraba los ojos.
—Este es... —habló Amelia luego de un rato mirando un libro—. Trabajemos en este...
—Amelia, vamos a perder el tiempo con...
—Ben... —reclamó interrumpiéndolo—. Estoy segura de que este es...
—Has dicho lo mismo cuatro veces, con cuatro problemas diferentes... —murmuró divertido.
—Hazme caso, ahora sí que sí...
El inglés la miró durante algunos segundos, y terminó por ceder, poniéndose de pie y tomando un marcador de pizarra, para comenzar a garabatear algunos números.
—La esfera de dimensión n en un espacio de dimensión n más tres... —susurró Benedict mientras escribía.
—Al parecer es la que se resiste a ser resuelta... —dijo Amelia a sus espaldas—. Han resuelto n más uno, más dos, más cuatro, más...
—Ya entendí... —murmuró Ben mientras seguía dándole la espalda.
—No seas malhumorado... —reclamó Amelia cruzándose de brazos—. ¿Qué es lo que tienes ahora?
Se giró en su dirección.
—¿Honestamente? —inquirió el inglés.
La mujer asintió.
—Estoy muriéndome de hambre...
Amelia se largó a reír mientras lo miraba.
—Ya es hora del almuerzo. —dijo la mujer mirando su reloj.
Se bajó del escritorio y guardó sus cosas.
—Te invito a almorzar. —ofreció Ben poniéndose de pie.
—Está bien... pero tengo clase en una hora, así que volvemos pronto, ¿sí? —Amelia caminó hacia la puerta.
Él la siguió.
Ben la llevó a un pequeño restaurante cerca de la universidad, y luego de ordenar sus almuerzos, esperaron mientras mantenían una pequeña charla.
—Dime algo divertido sobre ti... —pidió Amelia mirándolo.
—¿Algo divertido? —preguntó extrañado—. Vaya petición más extraña...
—Estoy tratando de olvidarme un rato de... todo. —murmuró.
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Panacea Universal
Fanfic❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...