Panacea Universal

Veintitrés

Al tercer día de ser enviada, un once de agosto, la carta de Amelia llegó a Inglaterra.

—Señor... —habló con timidez una empleada de la casa—. He traído el correo otra vez.

Tom estaba sentado en su escritorio, era muy temprano, todavía ni siquiera amanecía, y ya estaba acompañado por una botella de brandy ruso marca Kizlyar, a la cual le faltaba poco menos de un cuarto.

Tenía encargado a sus sirvientas revisar cada treinta minutos su buzón, en busca de alguna respuesta de Amelia. La mayoría de las veces no le traían más que cartas de medios de comunicación, periodistas o propuestas actorales, que llegaban a montones.

—Esta vez hay una carta que viene desde Charlottesville, señor...

La leve borrachera de Tom se esfumó en segundos tras escuchar eso.

—Dámela, dámela ahora.

La abrió mientras la mujer se iba de su estudio.

"Querido Thomas:

Hola... bueno, creo que primero debería responder a tus preguntas, sé cuan ansioso eres, así que no te haré esperar toda una carta para que lo sepas.

Me he sentido bien físicamente, no me he perdido ninguna visita al médico, troto a diario y no he roto la dieta ni una sola vez, es un orgullo para mí, pero, de todos modos, no te puedo decir que estoy bien por completo...

También pienso en ti, lo hago a diario y... es muy difícil escribirte una carta, ¿lo sabes?, es duro aceptar que te extraño y que generé estúpida dependencia emocional contigo. No puedo mentirte, he estallado en lágrimas al leer tu carta, no hay señal más clara de que me haces falta que esa.

Perdóname por haberte tratado tan mal aquella última vez, significas mucho para mí, pero estaba enojada y quería lastimarte, fui una basura.

Los dos fuimos imprudentes, pero yo me llevé la medalla de la ingratitud.

Me gustaría ir a verte actuar, sería todo un honor, pero no me creo capaz de verte a los ojos otra vez sin sucumbir ante mi débil corazón, mi fuerza de voluntad y valentía no me han acompañado desde hace mucho.

He recibido cada día la misma carta desde el Imperial College London, como tú ya lo sabes, pero tengo que decirte que no aceptaré la beca, para que ya no sigan enviándome más correspondencia, no tiene sentido.

Tengo mucho aquí, construí una vida desde cero y planeo tratar de seguir saliendo adelante del mismo modo que lo he hecho hasta ahora.

También estoy pensando en buscar a mi madre, he soñado mucho con ella y supongo que es una señal que me da mi subconsciente de que debo buscarle. Sabes que no podría irme y dejarla aquí, pero no es solo por ella que he decidido quedarme...

También es por ti.

Conversamos y compartimos mucho, pero aun así siento que no te conozco lo necesario, Tom... siempre supe que había más páginas en tu vida que no me quisiste leer y eso me atemoriza hasta cierto punto, también me inquieta.

Creo que yo tampoco sé cómo despedirme, también discúlpame por eso.

Muchas gracias por todo, jamás podré pagarte lo que hiciste por mí.

Espero que puedas estar bien y que sigas adelante, eres un hombre maravilloso, estoy muy orgullosa de ti y estoy segura de que encontrarás a alguien que pueda apoyarte y hacerte sentir como te lo mereces...

No sé si te vaya a servir de algo leer esto, pero acepto tus disculpas desde lo más profundo de mi ser, sería imposible para mí guardarte rencor, a cambio solo te pido que tú me perdones a mí también.

Te quiere, Amelia Kuznetsóva."

Bajó la misiva con lentitud, hasta dejarla sobre el escritorio café.

En dos segundos se encontró a sí mismo corriendo a su habitación, tomó una ducha rápida y con violencia puso un poco de ropa en una pequeña maleta, luego de vestirse salió a la calle para tomar un taxi con dirección al aeropuerto, a pesar de que odiara viajar en taxi, la situación no daba para más.

Tenía que ir por ella, nada más importaba.

Iría a buscarla y haría lo que nunca había hecho, contar su secreto, aquel que estuvo a punto de confesarle en varias oportunidades, siendo siempre interrumpido de sopetón, a veces por personas y otras veces por sus propios miedos, repiqueteando por todo su cuerpo y obligándolo a declinar.

Pero ya no, ya no tenía miedo de decirlo, no a ella.

Don't forget to ★

✒Mazzarena