—¡Es uno grande! —gritó Benedict agitado—. Enrolla, vamos...
Amelia chillaba por la emoción, mientras con toda su fuerza trataba de recoger la seda en el carrete.
—¡Santa mierda! —vociferó cuando el pez saltó fuera del agua.
Ben se largó a reír, y tomó la línea de pesca, atrayendo hacia ellos el botín.
—Te dije que podíamos pescar uno usando anchoas de carnada... —dijo ella sonriendo.
—Jamás pensé que tendrías razón... —murmuró Ben sacando el pescado del anzuelo—. Esto fue canibalismo en su estado más puro...
Amelia soltó una risa.
—Volvamos al campamento, hay que cocinarlo para la cena...
—Ni siquiera sabemos lo que es... —habló Ben mirando al animal—. Podría ser venenoso...
—Ben... es solo un salmón... —dijo ella sonriendo—. ¡Vamos!
—Como digas... —musitó divertido, mientras se encogía de hombros.
Limpiaron el pescado con cuidado, y decidieron que la mejor forma de cocinarlo sería asando su carne directamente sobre el fuego, enterrada en una rama.
—Somos unos primitivos... —murmuró Amelia mientras veía a Ben dar vuelta el salmón.
Él solo atinó a soltar una risa.
—Somos científicos... estábamos tratando de resolver un problema... —habló mirándola—. Déjame ver... si Amelia sostiene una caña de pescar de dos metros de largo... ¿Qué fuerza aplica para mantener el equilibrio si pesa cincuenta kilopondios y toma la caña a un metro veinte centímetros del apoyo?
—Ah, muy interesante... —respondió mirándolo—. Es una palanca de tercer género...
—Correcto...
—La sumatoria de los momentos de las fuerzas debe ser nula, según Newton... —pensó en voz alta.
—Vas bien...
—Ochenta y tres punto treinta y tres kilopondios. —respondió rápida.
Ben soltó una carcajada.
—Déjame verlo con la calculadora... —murmuró sacando su teléfono.
—Si la necesitas no eres tan bueno... —bromeó ella.
Él la miró alzando las cejas.
—¿Usas mis insultos contra mí mismo? —inquirió Ben—. Porque me siento... orgulloso...
Amelia lo miró con una sonrisa.
—¿Está correcto? —preguntó la mujer
Ben se tomó un segundo para hacer los cálculos con su celular.
—Sí... —la miró de lado—. Estaba demasiado fácil...
—Claro, por eso lo resolviste con la calculadora...
—Es la única máquina más perfecta que yo, debo consultarle de vez en cuando...
Ella negó con la cabeza.
—Ya está listo... creo... —murmuró Ben sacando la carne del fuego—. ¿Qué opinas?
—Opino que tengo hambre, así que sí, para mí está más que listo.
Compartieron la cena con una animada charla junto a la fogata, disfrutando del grato sabor que les brindó su cacería.
Con el paso de las horas, y cuando ya iban por su segunda taza de té, notaron que el fuego comenzaba a apagarse.
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...