Ciento cinco

119 21 3
                                    


—¿Qué hiciste el año pasado para las fiestas? —preguntó Amelia.

Estaban sentados en la terraza de la casa de Tom, compartiendo una taza de té con algunos bocadillos.

—Nada fuera de este mundo... —respondió él—. Estuve aquí con Omar, comimos unos emparedados y vimos una película... ¿qué hay de ti?

—Estuve con Ben, bebimos Mulled Wine en noche buena, y fuimos a ver los fuegos artificiales al río Támesis para el año nuevo, fue algo tranquilo... —explicó la mujer—. Su familia nos invitó a almorzar en navidad, pero él no tiene una muy buena relación con ellos, así que decidimos quedarnos en casa ese día...

—Comprendo... suena divertido de todos modos...

—Nos la pasamos trabajando en nuestro teorema, fue bastante entretenido... —dijo ella sonriendo con la mirada gacha.

Él soltó una pequeña risa.

—¿Qué? —inquirió Amelia dejando de sonreír.

—Entiendo por qué estás con él y no conmigo... —murmuró Tom—. A Beatriz le parecen divertidas las mismas cosas que a mí me harían bostezar...

—Tú sabes por qué me fui con él en un principio... —farfulló ella.

Él asintió con pesar.

—Sabes que estoy muy arrepentido por lo que hice... jamás me lo perdonaré... —habló con tristeza—. Pero debes entender que yo te amé, y te continúo amando por quién eres tú, y no porque te parezcas a mi madre...

—Me cuesta creerlo, Thomas... —susurró ella—. Aún tengo ese sentimiento dentro de mí, ese que las mentiras causan... ese dolor y vergüenza por haber sido tan tonta... pero al menos puedes estar seguro de que cuando yo te amé, lo hice de verdad...

Tom negó con la cabeza.

—No lo entiendes... —musitó observándola—. Caí en una depresión horrible desde que te perdí... con las otras chicas, Linda, Emilia, Anne... fue tan fácil... tan fácil que hasta me causa gracia... con Linda terminé por un mensaje de texto, no la he vuelto a ver desde entonces... Emilia me dijo de un día para otro que no me quería, que había encontrado a alguien más... lloré dos días, y seguí con mi vida como si nada... se suponía que ella era el amor de mi vida, pero dos días después yo ya estaba recuperado... ¿y contigo? En unos días se cumple un año desde que te fuiste, y cada maldito día duele peor que el anterior... no puedo sacarte de mi cabeza... —habló con un tonto ansioso—. Mi madre murió, se fue, y ya no volverá... Harry me ayudó a entenderlo, fueron muchas sesiones hasta llegar a eso, pero no pudo hacerme sentir mejor acerca de tu partida, jamás lo logró...

—Thomas... no quiero que caigamos en esta conversación... —murmuró ella con incomodidad.

—Es necesario, moró mou... —espetó él—. No quiero irme sin que entiendas lo que siento...

Ella desvió la mirada.

El dolor no le permitió mirarlo a la cara.

—Te aprecio, Tom... nada va a cambiar eso... —comenzó a decir—. Y por lo mismo estoy aquí contigo ahora, pero jamás podré volver a amarte como alguna vez lo hice... espero sepas entenderme tú a mí...

Tom fue ahora quién apartó la mirada, sin la fuerza necesaria para mirarla a los ojos y mentirte otra vez.

—Lo hago... —habló él—. Con tristeza y resignación, pero lo hago...

Ella simplemente asintió.

—¿Sabes qué? —inquirió Amelia dejando su taza de té sobre una mesita—. Ya me estoy aburriendo de estar encerrada en esta casa... ¿qué opinas si vamos a dar una vuelta?

Panacea UniversalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora