Ciento nueve

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—¿Puedes verme? —inquirió Ben mirando hacia su celular.

—¡Sí!, ¡Hola, Ben! —saludó Amelia con una gran sonrisa—. ¿Cómo estás?

—Hola, cariño... estoy muy bien... —respondió también sonriendo—. ¿Qué hay de ti?

—Bien... dentro de todo, estoy bien... —musitó ella.

—¿Y Tom? —murmuró.

Ella suspiró con pesar.

—Te mentiría si dijera que está bien... —habló mirando su imagen en la pantalla del móvil—. Aunque ha estado más contento desde que supo que estaba nominado a los Oscars, como te conté...

—Eso es bueno... le debe ayudar estar de buen humor...

—Sí...

—¿Cuándo es la ceremonia? —preguntó el inglés.

—Es este martes... —respondió ella—. Me pidió que lo acompañara... es una pésima idea que viaje a Estados Unidos en este estado, es un viaje de más de once horas hasta Los Ángeles... pero no le pude decir que no...

—Supuse irías con él... —musitó Ben.

—¿Tienes algún problema con ello, Benedict? —inquirió ella con suavidad.

—No puedo fingir que no me importa... te extraño, y siento cierta envidia hacia él...

—Todo el que tenga una remota idea de quién soy, sabe que estoy contigo, Ben... —habló conciliadora—. Que estamos casados...

—Como también saben que él fue tu novio... —respondió él.

—Ben, por favor no te comportes de esta manera... —murmuró bajando la mirada—. Tú y yo podremos estar toda la vida juntos si lo queremos así... pero a Tom ya no le queda mucho tiempo, debo cumplirle este deseo...

—Pero eso no es mi problema... —farfulló él.

—Tú mismo estabas de acuerdo con que cuidara de él... —reclamó molesta.

—Lo sé... lo entiendo... —habló él con turbación—. Pero... yo no tengo experiencia en esto... me siento celoso, y admitirlo no es fácil... esta exposición mediática me hace sentir inseguro...

—Ben... —lo llamó—. Yo te amo... y nunca había amado como te amo a ti... no debes sentir inseguridad por unas tontas fotos en una alfombra roja... jamás había compartido mi vida con alguien de la manera que lo hago contigo, y no cambiaría eso por nada... no dudes de mi amor por ti...

Él la miró sintiéndose culpable.

—Tienes razón... soy un idiota, un mentecato... —murmuró—. He tenido una reacción muy infantil.... discúlpame...

Ella sonrió al escucharlo.

—No te preocupes... te conozco... ya suponía que dirías algo filoso...

Él soltó una pequeña risa.

—Diviértete... y no bebas licores fuertes... —le aconsejó.

—Lo sé... —dijo, para luego suspirar largamente—. Espero que vuelvas pronto, Ben... me has hecho mucha falta...

—Solo quedan tres semanas... —murmuró él—. Estaré de vuelta tan pronto, que ni siquiera te darás cuenta...

—Eso espero... —respondió.

—Amelia, tengo que salir... —habló mirando su reloj—. Tengo una conferencia en veinte minutos, me están esperando en la universidad...

—Está bien... espero todo salga bien. —espetó—. ¿Dónde estás ahora? Siempre me pierdo...

Él sonrió.

—Ciudad de México... —respondió—. La conferencia es en la UNAM...

—¿Me traes algo lindo? —pidió con una gran sonrisa.

Ben soltó una carcajada.

—Luego de terminar, saldré para comprarte algo bonito... —dijo él con diversión en su tono—. Lo he hecho en cada país que he estado... aquí no será la excepción...

Ella aplaudió dos veces con felicidad.

—Te amo... —Ben musitó divertido—. Cuídate mucho...

—Yo también... adiós... —se despidió ella.

Y así dieron la videollamada por terminada. 


Don't forget to ★ 


✒Mazzarena 


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