—¿Está buena? —preguntó Amelia.
Estaban en la cocina, ambos sentados en costados opuestos de la isla de mármol. Amelia observaba a Tom, quien comía sopa en silencio. De hecho, no había vuelto a hablar desde que salieron del baño.
—Sí... —fue lo que murmuró.
—Te hará muy bien, lo juro. —respondió ella.
Tom solo asintió.
—Oye, Thomas... —habló mirándolo con duda—. ¿Has pensado en... tomar terapia? No lo sé... tal vez...
—No. —respondió seco.
—Pero podrías...
—No. —la volvió a interrumpir—. A duras penas pude contarte a ti... jamás podría decírselo a un completo extraño...
La mujer decidió desistir en su idea, notaba que Tom no estaba del todo lúcido, no era el momento para hablar de algo así.
—Solo quiero que estés bien... pero no sé cómo ayudarte...
El británico levantó la mirada hacia ella.
—Si hay un momento... —comenzó a decir con voz rasposa, frente a lo cual carraspeó—. Si hay un momento... un momento que tengas libre, que puedas compartir conmigo... hazlo... por favor, hazlo... yo te necesito... y te necesito tanto que... no sé cómo explicarlo...
El llanto volvía a él, de manera cruel y quebrantadora, presionando el corazón de Amelia con suma hosquedad.
—Yo no te dejaré solo, Tom...
Él no dijo nada más aquella noche.
Al terminar de comer, Amelia lo llevó a su cama, y durmió junto a él, cuidando su sueño, y despertando involuntariamente cada tanto para ver si estaba bien.
A las cuatro de la mañana despertó cuando sintió cómo Tom se levantaba despavorido de la cama, en dirección al baño.
Ella saltó desde su lugar y corrió detrás de él.
—¡Tom! —gritó golpeando la puerta que había cerrado detrás de él.
Estaba vomitando.
Amelia se sentó en la alfombra para esperarlo.
—Todo estará mejor... —murmuró cubriéndose la cara con las manos.
Amelia no volvió a dormir aquella madrugada.
Cuando Tom terminó de descargar su estómago en el baño, salió caminando como un muerto vivo, así que ella, sin decir nada, tomó su mano para bajar con él hasta la sala.
Lo dejó sentado en el sillón más grande, y fue a la cocina para prepararle un té.
Thomas lo bebió sin mirarla, y luego se durmió, recostado a lo largo en el sofá.
Ella lo arropó con algunas mantas, puso un cojín bajo su cabeza, y se quedó sentada frente a él hasta que amaneció.
Don't forget to ★
✒Mazzarena
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...