Tom llegó a eso de las once de la noche a la morada, la cual parecía estar en penumbras, siendo la cocina lo único que irradiaba luminosidad.
En silencio se aproximó, pensando en que de seguro Amelia estaría allí, queriendo darle una sorpresa, o asustarla si era posible.
Al entrar, la vio sentada de espaldas en la isla central de la cocina, prácticamente recostada sobre la superficie. Estaba dormida, tenía una taza de té junto a ella y un libro de matemáticas del cual Tom ni siquiera pudo comprender el título.
El británico dejó las bolsas que traía consigo sobre una mesa, y se acercó a la mujer.
—Amelia... —la llamó mientras acariciaba su cabello—. Moró mou, ya llegué...
Ella se removió de su lugar y abrió los ojos.
—Hola Tom... —saludó con su voz algo ronca—. Yo solo estaba descansando los ojos...
—Claro, ya lo creo...
—¿Qué hora es? —preguntó estirándose.
—Poco más de las once... lamento llegar tan tarde, pero ha sido una locura...
La chica se puso de pie y le dio un abrazo a Tom.
—No te preocupes... —susurró en su oído—. Estoy feliz de que hayas llegado, el resto no importa...
Tom buscó sus labios con lentitud, y compartieron un delicado beso.
—¿Cómo te fue hoy?, ¿salió todo bien? —preguntó ella cuando se separó de él.
—Fue un día muy agotador... pero entretenido...
—Me alegra escuchar eso... —dijo sonriendo.
—Traje la cena, no sabía si querrías comida china o tailandesa, así que terminé trayendo comida italiana...
—Eso tiene mucho sentido para mí... —murmuró divertida.
—Y también te traje un regalo, como lo prometí... —habló poniendo sus manos en la espalda.
—Sabes que no es necesario. —musitó sonriendo.
—¿No lo quieres? —preguntó—. ¿No te causa curiosidad?
Ella comenzó a reír.
—Quizás...
—Sé que te va a gustar... tú solo cierra los ojos, ¿sí?
Amelia obedeció.
Tom buscó en el bolsillo interno de su traje y sacó una caja larga y negra, que sobre su delgada figura tenía las iniciales HW.
—Ya puedes mirar...
Amelia abrió los ojos y observó a Tom, para después bajar la vista hacia la caja que le extendía.
—Thomas... —susurró ella.
—Supongo que sí aceptarás este... —dijo poniendo el regalo entre sus manos—. Ábrelo, lo compré pensando en ti...
—Harry Winston, ¿no? —murmuró sonriendo.
—Por supuesto, solo lo mejor para moró mou... —respondió él.
La mujer sonrió, y con sutileza deshizo el moño. Al abrir la caja, se encontró con una delicada pieza de joyería, una cadena de platino brillante con un diamante en forma de pera como dije. Era simplemente preciosa.
—Es hermosa... —dijo rozándola con los dedos—. Es increíblemente hermosa... pero Tom, yo...
—Déjame ponértela... —la interrumpió—. No digas nada hasta que veas como te queda...
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...