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—¿Quieres venir hoy a casa de Miguel? —Preguntó Camilo.

Sabía que lo hacía de aposta.

Miguel miró a Camilo tan sorprendido como confundido.

—Sí, claro. —Dije con una sonrisa. —Llevaré.. ¿llevo algo?

—No, así está bien. —Dijo Camilo con una sonrisa mientras Miguel lo miraba mal.

Ya sé, que no debería ser tan densa y simplemente dejarlo pasar. Pero sentía que, en realidad Miguel simplemente no sabía como socializar, pero necesitaba a alguien con él.

Toda la semana le hablo aunque el sea tan cortante o pretenda ignorarme.

Además me parece el pibito más lindo del colegio. No sé como no lo noté antes.

Todos agarramos nuestras mochilas y luego de colgarlas en nuestros hombros, caminamos hasta la salida.

—Miguel. —Lo llamé y el alzó la barbilla un poco, sin mirarme. —¿Te gustan los pasteles?

Tanto Miguel como Camilo me miraron.

—Se hacer pastelitos. —Dije con una pequeña sonrisa.

—¿En serio? —Preguntó Miguel.

—Sí, con cremita. —Dije y vi como le brillaron los ojos. —¿Quieren que haga?

Ellos asintieron y por ende, nos desviamos un poco del camino para ir a comprar todo lo necesario.

—Vos ve por la harina. —Le indiqué a Camilo. —Y los huevos.

El asintió y se dio la vuelta yéndose.

—Miguel, vos ve por polvo para hornear, por leche y por mantequilla. —Dije y el asintió para desviarse también. 

Yo me fui por la crema chantilly, saborizantes y otras cosas  que necesitaba.

Tomé una canasta y metí todo allí, para acto seguido hacer la fila.

—Listo. —Dijo Camilo llegando con todo a mi lado y metiéndolo también en la canasta.

Miré por el supermecado y no vi a Miguel por ningún lado.

Lo iba a dejar pasar pero ya iba a ser nuestro turno en la fila y necesitaba todo lo que faltaba.

—Tené. —Le indiqué a Camilo dándole la canasta.

Él la tomó y yo me fui a buscar a Miguel por el establecimiento.

Iba metiéndome en distintas zonas, hasta que lo encontré frente a la refrigeradora donde estaba la leche.

—¿Qué pasa? —Pregunté al ver que las miraba dudoso.

El giró a mirarme.

—¿Qué leche te gusta? —Preguntó curioso.

Yo apreté mis labios entre sí mientras sentía mis mejillas calentarse. 

Miguel levantó una ceja y yo desvié mi mirada a la nevera, nerviosa.

—Cualquiera, no importa. —Dije tomando una. 

El asintió con simpleza y volvimos con Camilo a la fila, aunque él ya se encontraba en la caja.

Pagamos todo y luego volvimos al camino hasta llegar a la casa de Miguel.

—¿Están tus papás? —Pregunté mirándolo.

El simplemente negó con la cabeza y abrió la puerta dejándonos pasar a Camilo y a mí, la invasora.

Todos llevamos los elementos a la cocina y allí soltamos la bolsa.

—A cocinar. —Dije yo sonriente sacando todo.

—Pero no sabemos cocinar. —Dijo Camilo y Miguel asintió mirándome.

—Bueno, pero me van a ayudar. —Dije a lo que ambos chicos se quejaron.






Holas<3

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora