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Melisa

Anoche me quedé viendo una serie con mi papá, me terminé durmiendo a las tres de la mañana con él, olvidándoseme por completo que hoy tenía que madrugar como todos los días al colegio.

Así que hoy iba tarde, con el pelo despeinado y con ni una pizca de maquillaje encima.

Chillé frustrada cuando al llegar al colegio vi que ya todos los pasillos estaban ausentes de jóvenes, lo que quería decir que ya todos estaban en clases.

Bufé y corrí a la clase mientras trataba de respirar al mismo tiempo o terminaría asfixiada.

—Hola, profesor. Tenía algo que hacer muy importante anoche con mi papá y no dormí bien. —Dije entrando a la clase, provocando la risa de la mayoría.

Sí, muy importante ver el cuerpo de los hermanos Reyes.

—Está bien, entra. —Dijo divertido el profesor.

Sonreí al notar su buena onda y caminé a mi puesto.

Me estremecí completamente al ver a Mateo y sentí que ni siquiera mi mente fue capaz de pensar bien, no podía centrarme en nada. Solo en lo muy sorprendida que estaba, y en que no quería que me viera mirándolo.

Miré rápidamente a otro lugar en el que pudiera sentarme ya que mi puesto era al lado de Mateo, bufé al ver que solo había un puesto vacío atrás, donde se sentaban Lorenzo y todos los demás.

Caminé hasta allí sin pensarlo más y descargué la mochila en el piso.

Me di cuenta allí de que mis piernas temblaban al igual que lo hacían mis manos, mi corazón latía con rapidez y sentía mis mejillas calientes.

¿Tanto me iba a afectar verlo? Él ni siquiera me miró.

Recordé que mi aspecto ahora no era el mejor y gruñí bajo antes de peinarme el cabello con mis dedos, mirándome en el reflejo de la pantalla de mi celular.

Relamí mis labios mientras acariciaba mi rostro, como si fuera que eso lo pondría un poco mejor.

Bufé al darme cuenta de que no tenía ninguna amiga para pedirle siquiera gloss.

Un nudo apareció en mi garganta al escuchar la risa de Mateo adelante.

Tragué saliva tratando de que ese horrible nudo desapareciera y sin quererlo o al menos no poder evitarlo, desvié mi mirada a Mateo que estaba mirando a Camilo divertido.

Él no lucía muy destruido, y la verdad que me alegraba que se viera mejor. El hecho de que estuviera aquí significaba que su situación actual estaba mejorando, lo cual me alegraba. Incluso aunque yo me siguiera sintiendo mal.

Vi como Mateo me miraba ligeramente, pero no le movió ni un pelo. Sus mejillas no se volvieron rojas, ni hubo una pequeña sonrisa tímida.

Claro, se había acabado.





Ahora se viene lo buenoo.

Último de la noche a petición de @lasonrisadetrueno ❤

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora