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Sus labios eran dulces, no tan fríos como él, y aunque me gustaba su contacto lo alejé.

No podía hacer eso simplemente.

—Meli, te quiero. —Dijo mirándome. —Y me gustás mucho.

Me quedé un tanto sorprendida por sus palabras, porque ya no esperaba una respuesta de su parte y mucho menos esa.

—Se que soy un boludo pero te juro que te quiero, te quiero a mi lado. —Habló por segunda vez.

Sus palabras fácilmente me tendrían a sus pies, pero era difícil creerle.

—¿Entonces por qué te alejás de mi? —Pregunté mirándolo.

—Porque no quería que me gustaras, porque soy un idiota. —Se sinceró. —Quería dejar de sentir cosas por vos pero las ganas de tenerte a mi lado me ganaron.

—Mateo.. —Suspiré sin palabras.

Él puso sus manos en mi rostro y sentí miles de cosas solo con ese contacto.

—Siento haberte lastimado y casi haberte dejado ir. —Dijo Mateo y acto seguido volvió a unir nuestros labios.

La diferencia fue que ésta vez yo correspondí éste beso, mientras que a su vez sentía que correspondía sus sentimientos.

Él sabía bien que miles de sentimientos hacia él me abarcaban, y que si quería hacer algo ahora era estar con él.

Sí, quizá al principio fue un capricho, un simple gusto. Por que empezó gustándome su timidez e incluso después su forma tan fría te tratarme, que me alejaba de él, pero a la misma vez me hacía desesperarme por tenerle.

La curiosidad me llevó, muy lejos, quizá muy profundo, caí en lo más hondo de su corazón.

—Te odio. —Dije alejándome de sus labios para mirarlo con una pequeña sonrisa.

¿Todo éste tiempo estuvo luchando contra sus propios sentimientos?
Si hubiera admitido lo que sentía la hubiéramos pasado muy bien.

—Qué decís. —Susurró un poco embobado mientras me observaba fijamente.

Cuando sus ojos me miraban fríamente me estremecía todo el cuerpo, pero ahora que me miraba de ésta forma, había convertido en un remolino todo mi interior.

—¿Me quieres como yo, de verdad? —Preguntó él mirándome fijamente.

—Te quiero más. —Dije y una sonrisa se formó en sus labios a la vez que un ligero rubor aparecía en sus mejillas.

—Decímelo una vez más. —Dijo Mateo mientras ponía sus manos en mi cintura.

—Ya lo sabés.. —Dije mordiéndome el labio inferior.

—Melisa.. —Dijo mirando hipnotizado mis labios.

Sonreí a causa de esto.

—¿Para qué quieres que lo diga? —Pregunté mirándolo a los ojos.

Mateo relamió su labio inferior antes de acercarse a mi oído. Sentí su respiración en ésta zona y una corriente recorrió mi dorsal.

—Para romperte toda..








Se nos reveló el wachín.

Buenas noches y buenos días para las que ya se levantan jaja, las amo.

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora