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Mateo

Bufé cuando vi la mirada seria de Camilo.

—¿Hacía falta eso, Mateo? —Preguntó él.

—¿Qué? —Me hice el boludo sentándome en el suelo.

—No seás idiota. La trataste re feo boludo, como si ella te hubiera hecho algo malo. —Dijo mirándome con desaprobación, antes de sentarse a mi lado.

—No es eso.. —Siseé.

La verdad es que odié el sentimiento que generó en mi el solo verla. Tan bella como siempre. Odié que creyera haberme deshecho de esos sentimientos y sentir que re surgieran solo con sentir su mirada sobre mi.

Quería odiarla lo suficiente como para olvidarme de lo que sentía por ella.

—La estás lastimando. —Suspiró. —Ella te ama.

Desvié mi mirada por el colegio y encontré a Melisa sentada en la cafetería sola, tomando de una cajita de jugo.

No sabría decir si me molestó o me alivió verla sentada atrás con sus antiguos amigos. Me alivió de algún modo que no estuviera sola, pero me molestó porque en definitiva esos no eran “amigos”.

Pero bueno, al parecer no había vuelto a hablar con ellas.

—Pedile disculpas. —Dijo Camilo.

—Vos con lo mismo. —Rodé los ojos. —No entendés.

—Pero Mateo...

—No le voy a pedir disculpas, y vos me dijiste que no me ibas a pedir nada más si volvía al colegio. Así que dejá de romperme las bolas, flaco. —Dije harto.

Camilo me miró algo sorprendido.

—No te lo estoy pidiendo, te estoy aconsejan..

—¡Pues ya no lo hagás! ¿Te preocupa tanto Melisa? Andá vos y cuidala, sentate con ella, hablale y si querés chapala. —Dije estresado.

—Sos un imbécil. —Dijo Camilo antes de levantarse, darse la vuelta e irse.

Suspiré tratando de regular mi respiración para calmarme.

Cerré los ojos molesto conmigo mismo, claramente no debí haberle dicho eso.

Volví a mirar a Melisa y mordí mi mejilla internamente cuando vi como limpiaba algunas lágrimas que rodaban por sus mejillas.

Negué con la cabeza desviando mi mirada, sintiéndome un imbécil.

—Nos pasa por ilusionarnos. —Musité mirando mis manos.

Mi corazón se movió con fuerza cuando la recordé entre mis brazos, casi sintiendo su contacto cálido contra mi.

Me levanté molesto del puesto negando con la cabeza. Ella no tendría por qué provocar nada de esto en mi. Yo no tendría por qué recordarla.

De hecho, no tendría por qué haber accedido a estar con ella desde un inicio, y aquí podemos ver las claras consecuencias de mis acciones.

Camilo tenía razón en algo. La estaba lastimando, porque me ama.

Yo había decidido no volver a ser el mismo de antes, porque me di cuenta de que era muy débil y por esa misma razón, “me enamoré”.

Si hacía que ella empezara a odiarme, llegaría un punto en que ya no le afectaría lo que le diga o haga.

Es por eso que no pienso pedirle disculpas, y es por eso, que seré peor.






Re loco.

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora