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Mateo

Los odiaba a todos justo en este mismo momento.

Estaba muy mal, de nuevo sentía esa sensación en mi alma, esa que solo sentía cuando estaba muy mal. Sentía patente ese dolor en el alma, ese sincero dolor de existir.

Era como una opresión en el pecho que desinflaba toda la esperanza que te das día a día para seguir.

Volví a reprocharle en mi mente a mi madre mi abandono de su parte, volví a reprochar la muerte de mi padre, le reproché a la vida mi desgracia, me reproché a mi mismo haber guardado la esperanza.

¿Por qué le cedí una oportunidad a la vida, por qué le cedí una oportunidad al amor?

¿Por qué le cedí una oportunidad a Melisa?

No es culpa de ella, es mía.

Como si no fuera suficiente con la desgracia familiar que había tenido hasta ahora, el sábado en la mañana me había llegado una carta de mi tía diciendo lo que estaba sucediendo.

La llamé con el corazón en la boca rogando a Dios que que fuera mentira, aunque claro, ella no jugaría con un tema tan delicado.

No respondió, no ha respondido, no ha podido darme la cara. No porque esté enferma, soy consciente de que no es su culpa, pero por no haberme dicho me siento defraudado.

Ella era todo lo que tenía, y haberme dado cuenta de su situación me había puesto mal, no quería habla con nadie, ni con Camilo que es mi mejor amigo.

Cuando tocaron la puerta no tenía pensado abrir, pero al oír su voz, lo hice casi por inercia, porque sentía que ella me hacía bien.

Lo único que me faltaba era saber que ella también me había defraudado. Guardó silencio igual que mi tía, y peor aún, sabía ya lo de mi madre y padre.

¿Cómo pudo fingir no saber nada?
Aún cuando le dije que la llevaría donde mi padre no soltó una sola palabra, pudo habérmelo dicho.

De nuevo mi rostro estaba lleno de lágrimas en mi cama mientras yo trataba de respirar bien aunque me costara.

—Mateo.

La voz de él se hizo presente en el cuarto, estoy seguro de que fue quien le dijo a Melisa lo de mis padres.

La pregunta de cómo entró a mi casa se hizo presente, pero ni siquiera quería mirarlo, así que seguía de espalda a la puerta.

—Andate. —Hablé seriamente.

No lo quería ver ahora, a nadie en realidad.

—No te pongás así, boludo. Contame que sucede. Melisa me llamó para que viniera y no se fue hasta que llegué. ¿Qué sucede? —Dijo.

Sorbí por la nariz antes de limpiar mi rostro y darme la vuelta. La expresión de Camilo cambió inmediatamente a una de bastante preocupación.

Ya se que estoy mal.

—¿Vos le dijiste a Melisa lo de mis papás, Camilo? ¿ah? ¿con qué derecho? —Pregunté realmente molesto, levantándome de mi cama.

—No se lo dije, va, se lo dije muy por encima. Pero es lo menos que podía hacer por ella, estaba tan preocupada por vos..

—¡Eso no te da ningún derecho! —Empujé su pecho.

—¡Pero calmate, Mateo!

No pude controlar todo lo que tenía dentro en ese momento y golpeé su rostro iniciando una pelea con mi mejor amigo.


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1/5

Lo re subo a causa de fallas.❣️

Cold [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora